lunes, 6 de julio de 2009

La Unicidad. ¿Por qué somos un milagro de la Creación?

Cruz Solar Universal de los Cielos Abiertos.
Recreación del Autor. Caracas. 2009

Este trabajo está dedicado a la Ciudad Virtual de la Gran Hermandad Blanca. AUM. Su símbolo, 3 círculos concéntricos blancos y áureos, aparece en la última parte de este escrito. También dedico este trabajo a la memoria de Leonardo da Vinci y de Raffaello Sanzio, así como a todos los genios que han trabajado en la creación de la Rejilla Crística de la Tierra en distintos momentos de su larga Protohistoria, Prehistoria e Historia.

Unicidad: (Del lat. unicĭtas, -ātis). Cualidad de ser único, irrepetible, sólo, singular, diferencia, novedad, particularidad, característica, distintivo, originalidad, peculiaridad, distinción, especialidad, excelencia, propiedad, sello, detalle, rasgo, atributo.

Llegué al entendimiento solar en mi primera juventud cuando jugando al indio y al druida comencé a darme cuenta y a sentirme arrebatado por el poder de la energía presente en los árboles, los campos, los valles, los ríos y las vacas; cuando percibí la grandeza y grandiosidad de la luz y la irradiación del sol al atravesar con su potente poder y calor a la Naturaleza. Por eso, prefiero el campo a la ciudad, sobre todo a estos hacinados cascarones de cemento y hierro rodeados de asfalto tan característicos de nuestras urbes cada vez más inhumanas e insuficientes desde el punto de vista electromagnético y biodiverso. Tendríamos que andar más sin ropas, más al descubierto, para que el viento, el rocío, el sol y las estrellas de noche nos vigoricen más. La Nueva Era será también la del desnudo y la movilización salvaje y sensual de nuestras energías biodinámicas. En suma, al descubrir al sol verdadero de la Religión y la voluptuosa sensación de ser acariciado por la energía del sol mientras iba a Los Guayabitos me percaté que nos habían educado bastante mal pues nos habían querido separar de la buena, sana, deliciosa Barbarie, que consiste en vivir dionisíacamente cada minuto, cada cosa, cada vivencia. Está claro porqué hallé y abracé a Nietzsche temprano en mi vida. Estaba con un hermano espiritual que fue tan fuerte, original, singular y único que el Establishment no dudó en volverlo loco de remate y enfermarlo con sífilis hasta que el pobre tiró la toalla en Torino, Italia. A los 18 años ya era inmune a los ataques carcelarios, los malentendidos y las locuras de mi mundo.

Todos los hombres en este mundo son únicos y todas las mujeres en este mundo son únicas. Gracias a Dios (este agradecimiento no es una mera fórmula de buena educación y cortesía sino que obedece a una inmemorial regla-ley cosmogónica y cosmológica) nadie se puede parecer o ser como nosotros y nosotras –es decir, entera y categóricamente- durante 26.000 años aproximadamente, que es lo que dura una Gran Rueda Zodiacal. ¿Por qué? Por dos razones básicamente, una, moral y ética; otra, astral, biofísica, bioquímica y biogenética. A la inventiva científica y artística cósmicas como a la ingeniería y arquitectura cósmicas no les son permitidas o no pueden reproducir y copiar célula por célula, molécula por molécula, átomo por átomo, cromosoma por cromosoma, gen por gen, cerebro por cerebro, aura por aura, esqueleto por esqueleto, çakrâ por çakrâ, etc, una entidad o ente galáctico, hasta que la Gran Rueda Zodiacal, la Banda Fotónica y el Centro Galáctico al que pertenece por nacimiento un sujeto haya pasado por todos los complejos y vinculantes cambios de velocidades, engranajes y meandros que se supone existen cuando se manifiesta y se trae al mundo, se idea, configura, moldea, cría, educa, desarrolla y proyecta un ente viviente terráqueo o extraterráqueo. Subrayo. Es genéticamente imposible calcar en un 100% lo que Dios –sí, Ése mismo, el Gran Brujo Ptah-Imhotep-Lakshmî de los Cielos Abiertos- ideó, formalizó y plasmó en un nanosegundo dado porque la Divinidad NO se repite ni dos ni tres ni sopotocientas veces, NO cree en la rutina, NO le gusta la monotonía. Para Dios cada caso es un original, una unidad fenoménica total, aparte. ¿Se me entiende? Y es probable que ahí radique el valor agregado que poseen los signos o símbolos y el arte gráfico en general, como en los extraordinarios agrogramas aparecidos recientemente, sobretodo en Europa, un continente que tecnológica, espiritual y artísticamente sigue siendo un gran tesoro patrimonial de la Humanidad, porque los signos son parte del ideográfico alfabeto primigenio. En consecuencia, los sabios de acá como de allá han recurrido al uso de códigos, signos y formas geométricas, especialmente las mandálicas y yántricas, compuestas en base a arreglos armónicos, para dar a entender ideas, conceptos, nociones, realidades y verdades que el cerebro izquierdo, bastante tonto, torpe y poco imaginativo en comparación con el cerebro derecho, no capta, no concibe, no comprende, no visualiza. Porque lo de la visualización e imaginación es clave. Para entender y penetrar en los mundos mistéricos y divinos hay que poner a volar el cerebro, imaginar, pensar en imágenes y colores para ilustrar hasta las raíces. De ahí a que piense que el arte sea la mejor herramienta de cuantas han habido y habrán para explicar lo que aparentemente parece inexplicable, ininteligible, insondable, increíble e inverosímil. Los artistas debieran estimarse y respetarse aunque estén lejos de los poderes que fabrican, atesoran y comercializan el dinero y los negocios lucrativos y no considerarlos intocables, inútiles, pordioseros, lacras, parásitos, enajenados o estúpidos. Cuando la sociedad los persigue sin misericordia, castiga sin remordimiento y termina de matar como se masacra a las ballenas, delfines y focas en ciertos países se está haciendo el harakiri pues el arte libera y exalta.

Para entender porqué es inmoral o poco práctico que otras personas se asemejen demasiado o de un todo a nosotros y nosotras (a menos que sean clones y eso falta por verse porque tampoco hay dos androides o autómatas 100% idénticos pues no todos los clones pueden nacer a la misma hora, minuto y fracción de segundo ya que cada unidad de tiempo cae bajo la influencia de un astro) hay que saber que la cuestión de la unicidad tiene que ver con el Sol, su dimensión, sus rayos, radiaciones, destellos, emisiones, emulsiones, recepciones, rotaciones, polos y ecuador, el viento solar, el magnetismo solar, y la situación armónica y grádica en el espacio intersideral de cada una de las estrellas en una galaxia cualquiera. Es suma, se trata de la naturaleza solar que obliga a que los cuerpos celestes en un sistema solar cualquiera sean como sean, es decir, determinados dinámicamente, y por eso no hay dos galaxias igualitas, dos estrellas igualitas, dos sistemas solares igualitos, dos planetas igualitos, dos lunas igualitas, dos fases lunares idénticas, dos continentes idénticos, dos mares, dos lagos, dos montes, dos desfiladeros, dos llanuras, dos países, dos ciudades, dos aldeas, dos entradas y salidas, dos familias, dos personas idénticas, ad infinitum. La singularidad prima y más en los seres pensantes. Aunque también es cierto que pueden haber similitudes, parecidos, afinidades y puntos de encuentro en un momento dado que faciliten la interacción, intercomunicación, interrelación, copulación, hasta la permuta y el intercambio. No obstante, estos vasos comunicantes entre diferentes mundos o seres son como la cal y la arena, dos materias distintas que para que se mezclen y produzcan el cemento necesitan un agente exterior: la mano del hombre o de la sociedad. Eso mismo constituye un leit-motif en los mundos y los seres. El agente exterior a nivel cósmico, la Mano de Dios, que nos vincula y une unos con otros, es el Gran Oceano Primordial de Nun. En un cierto sentido, seguimos en ese Océano Primordial, o Chaos, en griego, que de desordenado, desorganizado, confuso, incoherente e incongruente no tiene nada. La Inteligencia Kósmika que determina situaciones y hechos, en base a sutiles arreglos matemáticos y geométricos que impulsan el flujo vital en los universos, mundos y submundos, se pierde de vista, es hermosa y paraclítica. Su inteligencia es total. Debemos entender que así como hemos sido creados perfectamente el molde del cual originamos in illo tempore es también perfecto en esencia, una obra de arte clásica, que si no se entiende es porque no nos hemos desarrollado suficientemente y pensamos injusta y chucutamente en base a prejuicios y parcialidades, por no ver las cosas bajo un contexto global, circular, espiraloide, fractal, sino lineal, interrumpido, accidental e ilusorio. En mi filosofía holística, que aprendí observando y examinando la Naturaleza y cosas de la vida desde que era niño, no cabe la idea de que procedemos originalmente del desconcierto y el desarreglo. No. Reina la anarquía, con A mayúscula, que no es más que la espontánea acción emanada de la libertad y creatividad divina o superior. La anarquía no tiene nada que ver con el concepto archiequivocado con que se juzga y enjuicia en los salones académicos y periodísticos el llamado movimiento político-social anarquista. Todos los grandes hombres han sido en el fondo de su corazón anarquistas, rebeldes, originales, sino eccéntricos, como eccéntrica es la rotación del planeta Urano o la órbita del colosal planeta Nibiru.

Bueno, la unicidad es eso exactamente: singularidad, diferencia, originalidad, distinción, característica, aquello que lo separa y resalta a uno o una del montón y vuelve irrepetible porque es único, como es único el astro que nos da vida, luz, calor, energía, fuerza, salud, arrojo. Si entendemos nuestra unicidad, buena parte de nuestros complejos de superioridad o inferioridad e ilusiones se desmoronarán, caerán al suelo, serán desmontados, porque ¿con quién nos vamos a comparar? ¿con quién vamos a competir? ¿acaso los demás son realmente nuestros enemigos o es que el gran adversario está en nuestro interior? No podemos ser espejos de nadie sino de nosotros y nosotras, con nosotros y nosotras comienza y termina un ciclo que, si es el actual por designio divino, quizás o seguramente sea un ciclo más dentro de un megaciclo, una encarnación más, original y singular, como no ha habido otra y no habrá otra en miles y miles de años. Además por supuesto que podemos aprender de nuestras vidas anteriores, hallar las historias y nexos secretos, los pasadizos y túneles que nos permitieron llegar del pasado al presente y nos llevarán al futuro hasta que la Rueda del Samsâra lo indique y crea necesario y útil.

Si reconocemos que somos hijos e hijas del Sol, o sea, de la Unicidad y el Uno, entonces iremos por el buen sendero. No nos vamos a perder, llegaremos a nuestro destino, seguiremos nuestra estrella que nos velará, guiará y alumbrará con su posición, luminosidad y buen porte. Adquirir este conocimiento es fundamental y ha sido siempre uno de los baluartes de las Escuelas Mistéricas a lo largo y ancho de la Historia. Saber que cada uno de nosotros y nosotras porta un ápice del Sol por dentro, que se es tan único o única como el mismo astro que sostiene parte de nuestro Universo y al mismo tiempo, por resonancia electromagnética, está en sintonía con otros soles, con el Centro de la Galaxia, con la matriz de la Súper Nebulosa "Araña" debiera servir de base y pedestal para que nos podamos sostener hasta en los instantes más difíciles, amargos y agrios. Pero todavía no son demasiadas las almas inquietas acá.

El sol o la estrella que nos marcó la conciencia (que puede ser la que a nivel astronómico está sobre nuestro Ascendente o Descendente, Medio Cielo o Anti-Medio Cielo) es nuestro gran aliado o aliada. En las pruebas de la vida (todos y todas las tenemos pues se trata de escalones que debemos subir) este astro angular puede venir a nuestro rescate, a motivarnos, estimularnos y empujarnos. No hay nadie en este mundo que no necesite al Sol o a un sol en una fase cualquiera de su existencia y por eso nos gusta tanto tomar baños de sol, ir a la playa o a una estación de invierno en la montaña porque de un modo instintivo, como los animales, las plantas y las rocas, necesitamos que el Sol nos toque, nos vea. No será tan descabellado que en un futuro los humanos de la Tierra aprendan a nutrirse del Sol, a cargar sus baterías con sólo estar bajo los rayos solares unos pocos minutos al amanecer y al atardecer. Los antiguos yoguis y magos sabían esto. Y debido a este conocimiento profundo de las energías cósmicas sabían que, si cada individuo buscaba en su pozo secreto de joyas preciosas el fluido universal que las hacía tan brillantes, atractivas y poderosas, podía convertirse eventualmente en un ser iluminado, lleno de potencia, vigor, clase y resistencia y alcanzar su cima particular, su propio Nirvâna, su Salto Ángel. Quiera pues entonces que las nuevas generaciones –cada vez me siento más pesimista respecto a mis contemporáneos- busquen con pasión su sol interno así como su sol externo, estudiando con toda seriedad, entereza y apertura mental las técnicas, las herramientas y los profesores que los orientarán y motivarán para que el fuego del cielo los encienda y les abra los caminos del verbo, del saber y del ser. Cuando hayan suficientes practicantes tendremos un Nuevo Mundo, igual al que nos dejó el profeta Isaías en sus últimos capítulos (60-66) que para mí son los más visionarios, proféticos y prometedores.

Es importante que cada quien sea único en su dimensión porque esto hace que cada chispa sea parte de la Excelsa Congregación de la Primordial Sagrada Gran LLama, la Sustancia Común y Homogénea que cual Vesta enciende y vivifica el Universo y permite que cada quien pueda tener acceso a los grandes movimientos, las grandes fogatas, los grandes reactores nucleares que generan vida cósmica. Cada chispa, por contener elementos primordiales y esenciales, posee la facultad ecléctica del Efecto Verdegay que predispone a que cada alma particular por ser tan diferente respecto a innumerables otras almas participa desde el inicio de su creación de la diversidad de la Unidad Primera que jamás se repite y atrofia su creatividad, originalidad y salud. En vista de lo cual es elemental que cada quien se estudie a fondo, se esmere en su psicoanálisis, observe sus cuerpos energéticos, sus movimientos, gestos, actos y palabras, refinándose paulatinamente con el fin de adquirir la Quintaesencia que demuestra una figura extraordinaria como el pentagrama, un signo juanista por excelencia. Si alcanza la Quintaesencia, accederá al botín, al oro metálico y sobresaliente, podrá orar, agradecer y estar feliz, cual pájaro de buen agüero.

Pentagrama-Pájaro-Aurum sacrum. Composición del Autor. Caracas. 2000.

En el espacio atemporal del Gran Océano Primordial que se recuerda y no se puede olvidar, porque el mismo forma parte de nuestro ser, estaba, está y estará Nun, el Padre de los Dioses, según la cosmogonía egipcia. En el Gran Chaos de los Comienzos no había noche ni oscuridad alguna pues una brillante claridad lo habitaba y amparaba todo merced al gigantesco e incandescente farol que guindaba de los Cielos. Aguas y Luz, así era la imagen que veían todos los delfines humanos y no-humanos que vivían tiernamente en paz en una especie de placenta plácida y ondulante. En este Kaos o Chaos sobrenatural y atemporal reinaba la Quintaesencia o Divino Paraíso de Bienaventuranza donde hasta el oro, la plata, el cobre, el estaño, el iridio, y cuanta materia sólida, líquida, semilíquida, gaseosa y etérea haya se vuelve potable, traslúcida y energética, perdiendo toxicidad y virulencia. En el mundo núnico no existe la enfermedad, el deterioro, la muerte. Los virus y microbios no entran. Se tolera la radiactividad. Nada puede destruir el oro o la flor interior. La meta de todos los Grandes Adeptos ha sido siempre esta: sumergirse en el mundo de Nun, convertirse en un pez cantante y sabio, llamarse Josué o Jesús, y luego llegar a tierra, a la Colina Primordial o Ben-Ben, y ser uno con el Uno Primordial. Estamos hablando de yoga, yug, yugo, yunta, y así, en unión con el Padre de los Dioses, que tiene cosido en su cuerpo de luz una especie de sello-matriz aeroespacial de donde emanan todos los universos, reinos, principados y composiciones sinfónicas, nos contemplamos de la coronilla a los pies, nos pintamos el cuerpo de azul y nos extasiamos con el mundo circundante.

Nun como dios del Océano Primordial. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Nun_(mitología)

En fin, regresando al primer párrafo, tenía razón el profesor mejicano Tomás Franco de la GFU, que en paz descanse, mi primer y único profesor de Astrología, cuando entre 1966-1968, en una clase magistral oída en Caracas, en El Paraíso, nos dio esta sabia premisa. Nunca olvidaré sus palabras. Quién sabe si no baste una eternidad de 26.000 años aproximadamente para que se repita al dedillo nuestro original KA, AKH y BA, sino un sinnúmero de años mucho mayor ya que nuestro Zodíaco, semejante a un cinturón de colosales luces de bengala, es parte de una extensa ramificación de fotones, psiones, quarks, púlsares y quásares. A escala macrocósmica no hay nada suelto o desunido en los Cielos. Éstos son ilimitados e innumerables. Más allá de la Gran Muralla hay otras Murallas y más Murallas. Como un Bolero de Maurice Ravel que no acaba nunca porque el BA, AKH, KA e IB de NUN lo han fijado así por siempre. Mientras estemos bajo el influjo y el espectro de rayos, frecuencias, vibrantes e interdimensionales ondas de longitud resonantes que como las aguas blancas del dibujo de Nun que presento acá son hebras de luz oscilantes que unen y articulan los mundos, unifican sus partículas y subpartículas atómicas posibilitando que incluso distanciados por cientos, miles y millones de años luz las constelaciones se puedan comunicar y hasta llegar a veces a lo máximo, a la comunión absoluta, debemos dar gracias a Dios y a su Diosa por Sus geniales dispositivos. ¡Que el Âten os cubra con su luz maravillosa y os libere de todo mal!


Caracas, 5 de julio del 2009