miércoles, 4 de noviembre de 2009

El Kolibrí Añankay. Parte 2.

NIBIRU


Adentrándonos en la sutil, compleja, thetania materia oriónica, ¿será el orgásmico Complejo de Nubes Moleculares de Orión el centro y núcleo del descomunal crisol de grafito de la sagrada alquimia interestelar que regenerará a la Tierra e inmunizará su alicaída aura? Así espero por el amor de Dios porque si no explotaremos y nos desprenderemos del Cinturón de Gould.


Theta: octava letra del alfabeto griego con valor numérico 9. THINK! Deriva de la palabra fenicia Têth, Tet, la novena letra en los alfabetos fenicio, arameo, hebraico, sirio y árabe. En fenicio, Têth es «rueda». Los fenicios heredaron este carácter, su significado y vibración correspondiente de los egipcios pues la cultura llegó directo al Antiguo Egipto desde la Atlántida antes del último Diluvio Universal. Los sapientes sacerdotes de la escuela heliopolitana abrazaron este símbolo y lo diseminaron. Significaba «alma». Su valor numérico era el 9. Con el mundo profano usaron otro signo universal, que resumía y puntualizaba la integración y fusión de los 4 cuadrantes para la observación celeste (empleado igualmente en Mesoamérica). Un punto en medio del círculo, que sigue siendo el glifo para «sol» en la Tierra: La Astrología guardó el antiguo signo sagrado para representar la Parte de Fortuna que mide la relación Sol-Luna respecto a la Tierra (ASC del nativo o la nativa).

Todo es número, enseñó el sabio Pitágoras, educado e instruido en distintas escuelas de sabiduría y eso mismo han repetido iniciados e iniciadas a lo largo de las Edades. Hoy esta aseveración es más cierta que nunca. Los físicos y mecánicos cuánticos y teosóficos nos han demostrado que los números tienen personalidad propia. Son capaces, cuando combinados de una cierta forma, de introducir realidades consideradas mágicas o fantásticas que en realidad no son sino resultados fenoménicos extraídos de otras dimensiones y universos paralelos e intercambiantes, aún ignotos e inasequibles para la gran mayoría. Todo se reduce a números, vibraciones, frecuencias; a arreglos, consonancias y disonancias musicales, colorítmicas, como las llamaba el pintor venezolano Alejandro Otero, a quien tuve el honor de conocer en casa de mi tío Alfredo Boulton Pietri, gran mecenas y amigo, como artista que era también, de muchos creadores venezolanos y extranjeros. ¡Ave a ti, amado tío! Y entre los números que me han llamado más la atención están los múltiplos de 4 y 9. Estos dos números-base son formidables e importantes para el esclarecimiento de ciertas claves numéricas y místicas a la vez. Cuando se suman y/o se multiplican producen dos cifras cruciales: el número 13 y el número 36. Ya con estas dos cifras podemos establecer el año lunar de 13 lunas y la clave numérica del círculo, de la eclíptica cuenta zodiacal y el calendario solar, amén de otros nexos, como cuando sumamos 13 y 36 y obtenemos ese número tan supercabalístico como es el 49 ó 72, siendo 7 el número de notas musicales (amén de la octava mayor) y de días en una semana que los antiguos iniciados-astrónomos-matemáticos cogieron para que fungiera de ‘abracadabra’: si damos y apretamos la mano con nuestros 5 dedos y luego mostramos la V del ‘santo y seña’, que son el dedo índice y el medio, llegamos al sagrado 7, el comienzo de la segunda numeración que va del 1-6, siendo la segunda, la que va del 7-12, con lo que llegamos a la cuenta final, al Todo, representado por el 12, y de ahí la docena de huevos y de lo que sea cuando hay que comprar y vender o ‘negociar’, un asunto de manos. Negociar es un acto iniciático por excelencia pero su función, que es producir un acuerdo, consenso, intercambio y utilidad común para las partes, ha sido prostituida por mercaderes, comerciantes y políticos profanos que no juegan limpio. Estos son algunos principios y fundamentos numéricos que muestran porqué nuestros amados números-signos mágicos se respetan si se conocen sus secretos y funciones naturales, espirituales y universales.


El número 12 y el número 13 controlan ciertos ciclos recurrentes y procesos metamórficos importantes. Estas dos cifras (12/13) y sus múltiplos son parte del mundo causal en nuestro universo y es probable que ellos también lo sean a nivel celeste todo. Esto no lo puedo afirmar a secas, habría que investigarlo conjuntamente con los sabios maestros intersiderales e intergalácticos; pero lo cierto es que hasta ahora cada 12.000-13.000 años nuestro planeta está sometido a intensas sacudidas telúricas y hormonales y bombardeos meteóricos y atmosféricos que la perturban y en algunos casos, cuando las alineaciones planetarias, astrales y electromagnéticas resonantes se hacen muy fuertes y lo indican, han ocasionado graves disturbios geomagnéticos, geofísicos, ecológicos, político-sociales y culturales, porque pareciera que cuando ocurren desencadenan en la psiquis humana profundas convulsiones y conmociones que se reflejan en su aparato social y económico (la economía es otra ciencia iniciática que no ha sido bien comprendida en nuestrao planeta y eso ha contribuido al desgaste de los pueblos, la injusticia social y la permanente lucha de clases, aptitudes y conocimientos, que se instituyó en la Prehistoria). Esto lo detectan en otras estrellas sus científicos cuando examinan la vida terrícola y sus recurrentes ciclos y altibajos. Los ceros añadidos al 12 y al 13 bastan para que la fuerza de la vibración se acrecente mientras más ceros le son sumados. Estas dos cifras también tienen que ver con cambios, mutaciones y transmutaciones a nivel genético y étnico, fines, comienzos y renovaciones, sobre todo el 13, al que yo siempre he asociado con el 1 pero a un nivel superior. Como el 12 es intrínsecamente solar y el 13, lunar, tenemos una base solilunar aplicable también a procesos neurocerebrales y neuroendocrinos, que son de por sí muy complejos e imbricados, y en general a todas las funciones creativas, mentales como supramentales, intuitivas y relampagueantes. Ahora bien, si multiplicamos 12 por 13 obtenemos 156 (ó 3X52), un número mágico que nos proporciona otra base aplicable a procesos macros y megas. Deberé estudiarlo todo esto más a fondo más adelante; mas por ahora deduzco que este número (156) se aplica a novilunios y plenilunios, pirámides, conos, templos, y construcciones místico-religiosas en general. El cuadrado de 156 da la cifra de 24.336, id est, un cilindro en el ara o cuba, por donde subiría y bajaría la energía del egregor o los egrégores. Si Mesmer fue hermano masón, no lo dudo. Él y el rosacruz Paracelso nos hicieron redescubrir lo poderosos que son el magnetismo y los fluidos etéricos.


M42: un banquete thetiano de vida cósmica con un bucle. M42, la Gran Nebulosa de Orión, es parte integral de la “gigantesca estructura de hidrógeno, polvo, plasma y estrellas nacientes que abarca la mayor parte de la constelación. El complejo ubicado a una distancia de 1.500 años luz de la Tierra está formado por nebulosas de emisión, nebulosas de reflexión, nebulosas oscuras y regiones HII. Destaca especialmente por ser una región de intensa formación estelar y por las extraordinarias nebulosas que la forman: M42-La Nebulosa de Orión; M43-La Nebulosa de De Mairan; M78, El Bucle de Barnard; La Nebulosa Cabeza de Caballo; NGC 2024-La Nebulosa La Flama; La Nube Molecular de Orión 1; La Nube Molecular de Orión 2. Muchas de las estrellas brillantes de la constelación como Alnitak, Alnilam, y Mintaka (Cinturón de Orión-Las Tres Marías-Los Tres Reyes Magos-El Báculo de Jacob-Las Nueces de Oro) pertenecen a este complejo en el que han nacido" (http://es.wikipedia.org/wiki/Orión_(constelación). Este último detalle es muy interesante. Hace años yo mismo examiné en el Manual de Kadonai, aunque sin conocer en ese momento toda la razón místico-científica, el famoso Cinturón de Orión, que para mis adentros es a la vez un plexo solar y un ombligo del mundo kálpico y praláyico, cuando las Tres Gunas (Sattva, Rajas y Tamas) están en perfecto balance funambulístico y de ahí deduzco porqué la Gran Pirámide de Giza era un santuario y compendio importantísimo de ciencia iniciática religiosa. Creo que alrededor del Cinturón de Orión y M42 giran y gravitan muy potentes energías-fuerzas culminantes cruciales y fundamentales para nuestro sistema solar, la Galaxia y los Universos, para la composición del ADN y ARN del Kosmos que sin duda emana de un crisol báquico. Pienso que dentro o muy cerca del Bucle de Barnard y sus vecinas, la Nebulosa Cabeza de Caballo, la Nebulosa de la Llama y la Nebulosa de la Piel de Zorra, subsiste la irradiación de un gran centro de energía y materia oscura, orca, diría yo, magnificada por un cuerpo sombrío subestelar, posiblemente una enana binaria color café oscuro o marrón tabaco granate eclipsante de baja masa, que con planetas invisibles e infrarrojos hacen la contraparte o la contraria a nuestro sistema solar Helios. Esta mancha nazi marrón rojiza, similar a la mancha sucia que deja una gota de Coca-Cola o de Pepsi en la ropa, ha estado interfiriendo en la evolución de la Tierra, esparciendo resonancias altisonantes y deseando con violencia formar parte de nuestro Sistema e invadiéndolo periódicamente. ¿Será por gravedad y baja densidad este centro de justicia retributiva una burbuja, la residencia tiránica de Nibiru, el Planeta X, Hercólubus, Barnard B, cuya órbita corta el sistema solar Helios? No lo llamaré Mitra como algunos, pero sí Némesis. Para los mayas esta región era Xibalbá, el Inframundo. ¿Lo sabrán con certeza algún día los astrónomos y astrofísicos terrícolas si mandan una sonda hasta allá? He aquí unos versos que compuse años ha.

1 sol negro que fuma cigarrillos (Camel) 2 pezones que bañan mis anillos 28-5-1962













Enana marrón. Rendición artística. Crédito: www.peatom.info























Orión, el Cinturón de Orión, el Bucle de Barnard y Lambda Orionis. "Destacan en esta imagen las grandes nebulosas rojas de emisión conocidas como el Bucle de Barnard y la nebulosa Lambda Orionis (alrededor de la «cabeza» de Orión). Ambas emiten luz visible predominantemente en la línea alfa del hidrógeno ionizado (H-alfa, 656nm). El Bucle de Barnard (Barnard's Loop) es el resultado de una o varias explosiones estelares de tipo supernova. Las observaciones radio-astronómicas indican que este bucle es mucho más extenso de lo que se puede apreciar aquí. La radiación de alta energía procedente del grupo de estrellas azules del cinturón (Orion OB1) ioniza tan sólo la parte interior del mismo. Betelgeuse (Alpha Orionis, el «hombro» de la izquierda) tiene un color totalmente distinto, fuertemente anaranjado. Su temperatura superficial es relativamente baja, de sólo 3500 K, por lo que el máximo del espectro de energía radiada corresponde al rojo." Versión española de Antonio Parra. Crédito: www.allthesky.com/nebulae/orion2-e.html

No todo revolotea alrededor de Alción de las Pléyades. Este conjunto es también parte de uno de los brazos de Orión. La conexión oriónica es difusora a nivel interestelar, como lo han sido muchos de los altos avatãras, como Osiris, por ejemplo, asociados con Orión y Orø. En suma, mi interés por la constelación de Orión data de muy atrás. Proviene en primera instancia de las noches estrelladas que observaba cuando era un sensible adolescente druida desde mi mirador en Los Guayabitos (en Samambaia y Las Marías, el territorio mágico que papá y mamá fundaron en 1943, y luego en la Quinta Kachamay, pintada de amarillo, azul y rojo, que habité mientras estuve casado con Graciela y Natasha y Lukas eran muy pequeños). A medida que ha ido pasando el tiempo mi interés en la constelación ha madurado y aumentado, se ha abrillantado, especificado e intelectualizado, y he conseguido conexiones simbólicas, analógicas, astronómicas, astrológicas, míticas, universales, y justo ahora he averiguado algo que no sabía antes, que de un modo u otro, instintiva y naturalmente, me ha conducido hasta un baúl de maravillas y majestades. Es lo que en el campo astrofísico y astronómico o cosmobiológico, esotérico y espiritual, se conoce con el término de incubadora estelar. Esta función orgiástica de procrear estrellas y, por consiguiente, especies de vida, me parece apasionante. Hasta la fecha he hallado varias cruciales y griálicas incubadoras estelares: una en Sagitario, cerca de M20, la Nebulosa Trífida; otra, en la confluencia de M42 y M43, en Orión; una gigantesca, en la Galaxia del Triángulo (¡M33!), más grande que la de Orión; y otra diseminada a lo largo del Cinturón de Gould, alrededor de nuestro Sistema Solar. Estos sectores son todos primorosos, animados por una actividad verdaderamente pasmosa, sorprendente, divina, diría yo. Los fotógrafos no se cansan de fotografiar las maternidades de Sagitario y Orión. ¿Cuántas más habrán? ¿Serán estos sectores de múltiples orgasmos de hidrógeno molecular donde se genera el Agathos Daimon, el Potentado del Reino de los Cielos, del cual hablan los Evangelios y describen Visiones, como las del poeta inglés W. Blake o de A. Rimbaud?



















La Nebulosa de Orión. Vista desde el telescopio Hubble. Orión es la constelación más fotografiada y examinada. Ha jugado un primer rol en muchas de las facetas de nuestra larga vida.


En al menos tres trabajos previos, entre 1986 y 2008, como: Kadonai: El Niño de Arriba; Gigantes, Lunas y Astros al Desnudo; El Rey del Mundo; Teoría de la Karga y Deskarga Megacósmica; y en varias entradas en este blog, como la 70: Profecías y Revelaciones sobre la compenetración del campo magnético del Sol con la serpentínea imantada Tierra para el alumbramiento de una nueva, mejor Humanidad, adorné las portadas e interiores de algunos de estos trabajos con vistas de ciertas facetas de la famosa constelación de Orión. Por impulsos taquigráficos que me han llegado súbitamente de varios ángulos del Universo presiento que a la sección comprendida entre el Cinturón de Orión, Kappa Orionis o Saiph y la supergigante Rigel, rodeando lo que se conoce como el Trapecio de Orión y la inmensidad de la Gran Nebulosa de Orión, Ensis, la «Espada», en latín, que denominaré «Sección Áurea Omega», le toca un rol protagónico a escala cósmica. Entre las tareas de los Altos Khorios de Orión está proponer modelos de generación y evolución cada vez más elevados y sublimes. Esta sección debe combinarse con la sección denominada «Sección Áurea Alpha», enmarcada por Betelgeuse, Bellatrix, y Lambda Orionis o Meissa, en la cabeza del cazador gigante, y remarca lo dicho en mi entrada anterior sobre la Super Raza Lambda y la relación con la constante cosmológica, conocida en el mundo científico, como «Lambda». Que la estrella Lambda Orionis se sitúe precisamente en la cabeza de Orión no es simple casualidad y Einstein hubiera compartido mi deducción. Concluyo que si el significado de la energía lámbdica quiso que científicamente se la relacionara con el órgano director y superior de Orión es porque allí reside una fuerza poderosa y directora que hay que considerar seriamente. Meissa, conocida también como Heka, proviene de la palabra árabe (como tantas otras estrellas) Al-Maisan "la estrella brillante" y Al-Haq’ah "la mancha blanca". A 1.100 años luz de distancia es una estrella binaria, muy brillante, e “incluyendo la radiación emitida en el ultravioleta, su radiación es 65.000 veces mayor que la del Sol y es una de las estrellas más luminosas que se conocen y forma parte del cúmulo estelar Collinder 69, rodeado por un enorme anillo de gas de 150 años luz de diámetro iluminado por la estrella.” ¡No está mal, verdad! Meissa-Heka no será tan luminosa, gigante, espectacular, como Betelgeuse, Rigel y Bellatrix, pero no importa, el mensaje divino es muy claro: LA FUERZA LAMBDA, CONJUNTAMENTE CON LA PHIANA Y LA THETIANA, UNEN, DIRIGEN Y DIFUNDEN CUALES ARCOIRIS ELEMENTOS DISPARES EN EL UNIVERSO CON MIRAS A LA PERFECCIÓN Y LA SÍNTESIS: precisamente la función de Or:: y el objetivo ulterior de toda escuela de sabiduría que se precia de noble y notable.


Arriba. OR THETA y la Rosa de los Caminos. Obra del Autor. Caracas. 2009. Abajo. Orión 4. Signo de la constelación con la letra griega thêta en el centro. Idea del Autor. Caracas. 2009.


“La nebulosa de Orión forma parte de una inmensa nube de gas y polvo llamada Nube de Orión, que se extiende por el centro de la constelación de Orión y que contiene también el anillo de Barnard, la nebulosa Cabeza de Caballo, la nebulosa de De Mairan, la nebulosa M78, y la nebulosa de la Flama. Se forman estrellas a lo largo de toda la nebulosa, desprendiendo gran cantidad de energía térmica, y por ello el espectro que predomina es el infrarrojo.