domingo, 14 de febrero de 2016

Control, controlar a toda costa, una obsesión terrícola nefasta. Los cambios superficiales no pueden maquillarse. Hay que profundizar para que no se los lleve pronto la corriente.

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"Haz tu trabajo, piensa, ponle sentimiento, mas no creas por un segundo que el viento dejará de soplar y  la rosa no se humedecerá!" Ganímedes de Nippur, un jardinero de palacio.

Si los terrícolas fueran más adelantados y especialmente sus gobiernos, economías y estructuras, dejarían atrás una serie de prácticas nefastas y tóxicas, tan perjudiciales como aberrantes, y si se dieran cuenta y tomaran conciencia de sus barrabasadas echarían para atrás muchos decretos, leyes, planes, programas, resoluciones y aplicaciones que a fin de cuentas poco sirven y dejan huellas por ser tan irracionales, sensatos, mal mentalizados y pésimamente ejecutados. Esta obsesión por desear controlar, supervisar, administrar y forzar el control sobre los demás de mil y una maneras, a como dé lugar, nunca será de provecho a corto, mediano y largo plazo porque la Madre Naturaleza nos muestra y enseña que no hay nada permanente, fijo, inalterable, todo se mueve, oscila, cambia periódicamente, sube y baja, pasa por variantes, fases, tenores, niveles, etc, que sólo el Ser Supremo controla, conoce en detalle, le mete inteligencia y corazón objetivamente. Pero cuando los hombres y las mujeres son ignorantes y malhabidos creen que sólo ellos y ellas, en ciertos casos determinados por ellos y ellas mismas por supuesto son quienes pueden y deben mandar, ordenar, proponer, efectuar, ejercer y hacer valer en sus mentes y corazones. Socialistas, comunistas, maoístas, rusos o vietnamitas, cubanos, venezolanos y cambodgianos, así como fascistas, nazis y tutumpotes totalitarios, monárquicos y feodales, o infatigables glotones capitalistas y monopolizadores, beligerantes, autocráticos, se han ufanado a lo largo de la Historia en querer controlar todo lo que se producía, generaba, había en sus países, y en consecuencia han hecho todo lo posible por gobernar al pueblo a como dé lugar creyendo a pie juntillas que sólo sus semidioses, líderes, fundadores y seguidores iguales a borregos tienen la razón y pueden o deben tener acceso a los escenarios,  las riquezas, los beneficios, las prebendas y los deleites.

¡Vana arrogancia! ¡Vana soberbia! ¡Vano abuso, amén de insaciable codicia, avaricia, mentira sin nombre, misantropismo, misoginia, error y horror, delirio, cáncer y psicosis! Poco ha cambiado la Humanidad en miles o milones de años, siempre repitiendo las mismas equivocaciones de sus antepasados, que creyendo en derechos divinos, o más bien pseudodivinos, se abroga el derecho sobre la vida y la muerte sin darse cuenta que si no fuera por el cielo, la vida estelar, Dios, ni siquiera estarían respirando y moviéndose. Por eso, cuando veo regímenes como el que tenemos ahora en Venezuela trato de no dejarme sorprender y leer entre líneas lo que estos líderes chavistas tan irregulares como impuros nos dejan oir con sus inenarrables sandeces, zoquetadas, embustes y exageraciones, porque son una cuerda de mediocres que como sus predecesores, aquí y allá, en este continente y en otros, arriba y abajo, repiten incansablemente las mismas barbaridades y tonterías de siempre y creen que todos somos tan idiotas como se lo imaginan o tan necios como se lo creen.

Mientras no hayan cambios a nivel espiritual o interno nada cambiará en la patria de Bolívar y Sucre, seguirá la profanación, la descomposición, la pobreza del pueblo, la degeneración de la sociedad, la ignorancia y la falta de cultura, porque sólo mediante la educación, la ilustración, el refinamiento, la masificación de la luz alterna, la mecánica cuántica universal, podrán los pueblos y las naciones salir de la oscuridad, el atraso, la falta de comunicación, la mengua lunar y lunática de talentos, dones y habilidades. No nos hagamos de la vista gorda o dejemos de profundizar y ser críticos constructivos porque hasta que nuestros gobernantes no opten por unir y reunir, abarcar y ampliar, sus diatribas, necedades y mentiras servirán para crear más caos, rupturas, fracturas y pérdidas. Cuando mi país deje de seguir corrientes negativas y decadentes será un valor agregado, una buena raíz o semilla; pero hasta que eso no suceda yo por lo menos no creeré en pajaritos preñados, falsedades, ilusiones y espejismos, no me tragaré esa coba. Hay que poner los pies en la tierra, enfocarse en realidades menos mundanas y terrestres, demasiado porosas, que no guardan sedimentos esenciales, nutritivos, fructíferos, que sirven para la manutención, el desarrollo, la florescencia, la eclosión cerebral. Más vale tomar agua de un río, oir trinar a los pajaritos, que tratar de entender a la mayoría de nuestros políticos, representantes y líderes de masas. ¡Se cansa uno y no conduce a nada positivo y optimista!

Nuestro país, nuestro mundo, está demasiado copado de derrumbes, porquerías y conflictos, porque hasta las grandes naciones desarrolladas no se ponen de acuerdo sobre los migrantes y refugiados, la guerra en Siria, la comida y el cambio climático. A causa de todo esto y demás torsiones los extraterrestres adelantados se lamentan de nuestro pavoroso atraso y trágica abulia pues pareciera que no aprendemos de nuestras locuras. Nos importa un carrizo Antonín Dvořák y Friedrich Nietzsche! ¡Menos mal que hay un cohete atestado de presidentes, obispos, banqueros y torturadores listo para despegar de una estación espacial en dirección de otro sistema solar que los quiera poner en cintura, arreglar sus neuronas y genes desviados, ponerlos a circular de nuevo por la energía y materia oscuras! ¡Mírenlos de frente, no lloren demasiado, qué vergüenza!

Caracas, 14 de febrero de 2016, Día de San Valentín