domingo, 26 de diciembre de 2010

El Estado de Maravilla

Yantrâ SS u 8. Prototipo de combustible iónico autosustentador metamórfico intergaláctico. Obra del Autor. Caracas. 2003/2005.



Hace falta una Restauración, un proceso de Ars Regia o Alquimia Mayor que ponga de nuevo en su sitio lo establecido y proyectado a nivel de esencia cósmica y acomode un estado primigenio de cosas que permita una mayor oxigenación, recepción, utilización y fabricación sistemática de sustancias cósmicas en nuestro Ser Interno e Idóneo que fue acordado en un momento dado más de nueve mil millones de años atrás cuando los Mayores del Arca Universal de Magia Pura crearon la Tierra y le dieron su forma de pera y moldes cambiantes y permeables. Creo que vamos hacia una Restauración Sin Igual, completa, única, verdaderamente divina y nada humana, una Cirugía Mayor que recuperará el tiempo perdido y las prácticas malas y feas, porque si no será imposible que los humanos en la Tierra puedan absorber el prãna y sus rayos catódicos y anódicos como es debido y realizar ciertas tareas olímpicas que debieran acometer porque de eso es que se trata precisamente: de volver cada esfera celeste un paraíso celestial, un lugar donde dioses, semidioses, aprendices, compañeros, pilares y fenómenos distintos puedan codearse y aprender como en logia, interrelacionarse, entreayudarse, intermotivarse, reemulsionarse, reciclarse, purificarse, etc, y no explotarse unos a otros, sin que insanas ideas de dominación, atropello, aprovechamiento, confusión y ruina enturbien el libre uso de cuanto se compone el vasto medio ambiente y entorno. Quiera pues que las mentes más brillantes de la Tierra se unan, se armonicen más, y conjuntamente con las mentes iluminadas de los extraterrestres puedan volver la Tierra un Edén que jamás podrá ser un triste infierno dantesco, un purgatorio para parricidas, matricidas, fratricidas y filicidas, que no se saben controlar ni vivir en paz con sus semejantes, con extraños y hasta con contrarios y adversarios. ¡Que la Restauración de una Luz Inédita brille en millones de almas vivas, por nacer y venidas del Más Allá, para que los distintos reinos terrestres entiendan que no es posible ni se debe echar a perder lo que el Padre y la Madre de los Cielos inventaron en un instante dado en la existencia y duración de su infinito Kosmos. Porque hay que entender que se nos dio este planeta en comodato, para que lo honráramos. Todo le pertenece al Ser Maravilloso de las Galaxias Unidas, Interdependientes e Interactivas que corean, si están alumbradas, la Presencia de la Divinidad. Todo es de Dios Padre-Madre de Luz. Y por eso creo en el Socialismo Místico que un día reinará en la Tierra cuando todos estos gobiernos y estas ideologías de ahora hayan cesado de existir y se hayan vuelto polvo cósmico. Lo sublime viene aunque nuestros tiranos, demagogos, autócratas, empaladores y estranguladores digan y hagan lo contrario. El futuro no les pertenece a menos que se conviertan y vuelvan a nacer en Verdad y Luz Inmortal. Dios no es ni tacaño ni miserable. A todos y todas ama, no tiene favoritos ni aborrece nada. Es un campo fértil sin fin, abierto, axial y circumpolar a la vez, que da de comer y beber y no se extingue por nada del mundo a menos que los humanos ilusos quieran creer esto. Pero como la torta de almendras, avellanas, nueces, piñones, pistachos, naranja y chocolate no se hace para tiarla por el hueco del retrete para que los parásitos la engullan y se sacien más tarde que nunca amanecerá y un sol supergigante o SS nos va a “aclarar”, como dicen en Cienciología, y estos regímenes y religiones de pacotilla pasarán a mejor vida. De eso estoy muy seguro y no me cansaré de repetirlo contra viento y marea aunque hayan salvas de artillería y juegos pirotécnicos. Más sabe el loro que el hombre necio que repite sin parar la misma cantaleta, sin ingenio alguno y sin que produzca una ronda de carcajadas. La diferencia entre los pájaros, las plantas, los metales y los seres humanos es que éstos últimos no siempre se dan cuenta que sin la Naturaleza ni serían ni subsistirían. Son el néctar de la Reinos pero si no se realizan no pueden distinguirse y ser lo máximo de la Creación. Hasta que no siembren paz, concordia y una elaborada composición de temas, gamas y efectos no será posible que el planeta llegue a la Edad de Oro que según santos y eruditos se le tiene reservado. Varios siglos atrás Gioacchino da Fiore y Picco de la Mirandola nos anunciaron que viene en camino la Edad del Espíritu Santo. ¡Eso mismo lo reafirmó el gran escritor inglés, D.H. Lawrence e igualmente el gran escritor norteamericano Henry Miller y se lo dedico a la memoria de Max Bruch (1838-1920) y Leonard Bernstein (1918-1990), dos grandes compositores de música clásica, culta y nada idiota, que como buenos artistas y canales nos trajeron algo de clase, de hermosura, de majestad, y también algo de prodigio y de cielo!


El Estado de Maravilla –mirabile dictu- o Efecto Lewis Carroll es uno de esos estados espirituales y sublimes que más me han llamado la atención y que más me han llenado de alegría, asombro, estupor y admiración por un sinfín de motivos y razones que cubrirían varios tomos con sendos ejemplos y explicaciones. Considero que poder maravillarse o sentir maravilla por algo que nos conmueve hasta las entrañas y causa hondo regocijo, felicidad y alegría es algo muy importante pues no sólo ocasiona que el espíritu y la mente queden como elevadas y suspendidas en el aire sino que produce un efecto balsámico, regenerador y positivo a nivel fisiológico, orgánico y vibratorio. En dos palabras, pienso que es infinitamente positivo y necesario que podamos maravillarnos y quedar encantados cada cierto tiempo pues eso nos beneficiará y estimulará y de paso tranquilizará no sólo el sistema nervioso sino la forma de nuestra vida alrededor nuestro más allá de cómputos y mediciones cualesquieras. Es necesario que algo grande, poderoso y mágico o feérico a nuestro juicio nos sobrecoja y nos eleve disparando la imaginación y el candor, sacándonos de la rutina y la monotonía y aligerándonos de un modo tan profundo y embriagador que por un momento sintamos y pensemos que estamos en contacto con una extraordinaria manifestación espiritual de la misma Vida. ¿Por qué? Porque las experiencias de orden extraordinario y sobrenatural son intrínsecamente enteogénicas, religiosas, místicas, sublimes, y se ha visto que cuando uno o una se sale de sí, es decir, deja su estado habitual, mediocre, bobo, torpe, y se transporta o viaja deja atrás su parte humana, demasiado humana, infeliz, limitada, ordinaria, y con una nota encima entra al mundo maravilloso del cual provino quién sabe cuándo in illo tempore. Y eso le puede pasar a cualquiera, no hace falta un Doctorado en Yale u Oxford o haber ganado una presea dorada olímpica para ir al Más Allá (o Más Acá) y sentirse tan rico como melcocha de panela o liviano como ave del paraíso. Como la lava centenaria endurecida podemos aprender a ser creativos y fértiles.


Eso mismo es lo que yo quisiera que todos los niños aprendan a experimentar desde la niñez y por toda su vida, hasta que dejen el pelero o se volaticen como los yoguis, y nunca piensen y sientan que la vida es algo aburrido, fastidioso, “una ladilla”, en dos palabras, y que se puede trascender o superar lo que parece limitado, rancio, sin gusto, anodino u horrible. Creo que la vida puede ser algo mucho más maravilloso que lo que nos producen nuestros mayores a menudo tan menores y tan poco imaginativos y creativos en todos los órdenes de la vida, desde la economía y la política hasta la ingeniería, las artes decorativas, la mecánica y la jardinería. No veo pues porqué nuestra Sociedad debe ser tan poco inventiva e ingeniosa, tan lerda y vulgar o ramplona a menudo, porqué no podemos tomar el cielo por asalto y plantar una bandera feliz y magnánima en la terraza del castillo social. Creo que después de un cierto tiempo quienes fueron niños y niñas se volvieron tan adultos y adultas, adulteraron tanto su mente y sus hábitos de vida, se corrompieron tanto anímica y etéricamente enlodando y oscureciendo tanto sus auras, bajaron tanto sus coeficientes de inteligencia y niveles de genialidad que cayeron en un círculo vicioso de explicaciones, reglas, decretos, nociones y creencias que la vida misma del planeta Tierra en vez de ser un canto u oda beethoviana a la alegría y la autorrealización se ha convertido en un ejercicio guerrero, sadomasoquista, caníbal, salvaje y tendencioso, incapaz de hacer dichosa a la pobre Humanidad vencida por cataclismos de todo tipo que no la dejan en paz, no curan sus penas y sufrimientos, sus vacíos y sus nadas y la obligan a pasar agachada o a arrastrarse como una lombriz en vez de triunfar y conseguir elevados estados de beatitud, gobernabilidad, gerencia y tecnología. La lista es enorme. Jamás entenderé porque el género humano acá debe padecer tanto, andar a tientas tanto, ir de una conflagración a otra, sin parar, sin que se pueda terminar de una vez por todas con una serie o una secuencia de males y desgracias que tanto dolor y retroceso han causado una y otra vez. Por eso a menudo me siento tan mal porque no termino de entender porqué las personas y los grupos humanos no llegan a mejores conclusiones y se empeñan en perturbar, enfermar y endiablar sus vidas y las de otras formas de vida, como son los animales, los minerales y metales, las plantas, los elementales y los fenómenos que integran el ecosistema terrestre, tanto en la periferia como en su diámetro tan bello en esencia y por gracia divina. ¿Cuándo verán los humanos en la Tierra todas las maravillas que pasan a diario frente a sus narices y a sus espaldas, cuándo verán los fotones y diodos invisibles que se cruzan en sus caminos y todos los fogonazos resplandecientes que nos envían desde otros planetas y lunas? ¿Cuándo sabrán que son divinos desde el mismo momento que el Ser Supremo los constituyó?


El Estado de Maravilla es fundamental para que la Sociedad salga de la animalidad y el primitivismo y se conecte con formas de vida cósmica más adelantadas, originales, sofisticadas y prometedoras. No hay derecho para que se prosiga en esta carrera loca de autodestrucción y autoaniquilación que parece rendirle culto a la Muerte y la Flagelación en vez de adorarse la Vida y el Milagro Compartido. No veo porqué no se pudiera parar esta insanidad y putrefacción, este amor por lo criminal y lo adbyecto, este culto bárbaro y sin sentido que no permite que la gente pueda vivir en paz, acomodando su vida para que ésta sea una belleza, produzca salud e higiene, sabor a buen vino y delicia de panettone. No, en verdad que a veces no entiendo al género humano en la Tierra, empecinado en sufrir y ser desdichado y trucuulento, en sumar errores y fallas en vez de multiplicar herramientas de bien e ingenio que le permitan dejar atrás de una vez por todas siglos y siglos de rencores, odios, iras, venganzas y torturas indescriptibles, amén de darle pie a que pestilencias y epidemias se propaguen a sus anchas. ¡Por qué será que los humanos no pueden amarse y tratarse mejor! ¿Qué los vuelve tan contrincantes y conflictivos, tan contradictorios y tristemente anárquicos, en vez de ayudarse, beneficiarse, mejorarse unos a otros y escalar hacia cimas y plenitudes que se pierden de vista en el horizonte? ¿Por qué quieren ser tan mortales, estar tan heridos o heridas de muerte y sumidas en pavor y atrocidad, besar tanto el polvo de los demás y arrastrarse por el suelo como gusanos, matar tanto, matarse tanto en medio del tráfico urbano y viviendo obligatoriamente en sitios tan poco agradables y colmados de hediondeces, polución, desidia y delincuencia? ¿Por qué tanta delectación por la sordidez, el vicio, la pornografía, la pedofilia y la necrofilia? ¿Por qué, carajo, no quieren ser felices, amables y amistosos, cultivar rosas azules, gladiolos y crisantemos, sembrar azafrán, tomate, arroz y sandías, cosechar rododendros, amapolas y tulipanes en vez de gastar millones de monedas y billetes en armamentos que pueden terminar con sus vidas y la paz fecunda de sus campos, valles, mares, lagos, islas, continentes, archipiélagos? ¿Será la raza humana un experimento genesíaco que falló otra vez, por quinta vez? Dejo este pensamiento en sus ordenadores para que mediten y le saquen punta al grafito de sus lápices y se percaten de los superconductores diseminados a lo largo de sus pueblos y ciudades para mejorar sus funciones. No quiero pensar ni por un minutos que no sea posible parar de una vez por todas esta insana carrera hacia la autodestrucción y las guerras intestinales entre seres humanos que al fin y al cabo no se originaron por azar o casualidad sino que brotaron del Incalculable Genoma de Dios cuando se produjo un choque de partículas y subpartículas atómicas que resultó en otro ejemplo más de vida cósmica en esta parte del Universo. No hay nada terminado absolutamente. Nada que no pueda remediarse y corregirse. Nada que no pueda llevarse a instancias superiores y producir satisfacción y gozo totales y plenos. Nada que no puedan hacer el cerebro y millones de neuronas combinadas. Nada que el amor del corazón no pueda compulsar. ¡Que Maurice Ravel y George Händel vivan por siempre en nuestros oídos y conciencias! Amén. Que así sea. ¡Que el aceite extra virgen de una mata de olivo en suelo español, palestino, portugués, italiano, argentino, chileno o griego sirva de ejemplo y foco de unión para que la Humanidad se unte con óleo santo y conquiste al fin el sitial de honor que los dioses y las diosas del Olimpo siempre quisieron que tuviera por herencia! ¡Que Prometeo, uno de mis héroes favoritos, se separe para siempre del águila cruel que le come el hígado y pueda finalmente, bajo una mata de guanábana, reunirse con sus mayores, sus respetados y omniscientes guías y gurúes, respirar y vivir en paz, con el fuego sagrado de la Vida a su lado, en su sexo liberador, ardiendo en su gran amor por toda la Humanidad, cosa que no se ve corrientemente porque es como ver la lava de un volcán!


Yantrâ shivaíta de Andrés 11. Obra del Autor. Caracas. 2009.














Caracas, Domingo de Gracia, encima del Valle del León de Santiago, un 26 de diciembre del 2010

viernes, 24 de diciembre de 2010

El milagroso Arbolux. El pino de Navidad druida y archicentenario.

¡dedicado a Dmitri Shostakóvich (1906-1975), ese gran compositor ruso de espíritu universal y ecléctico, que me ha acompañado desde Los Guayabitos todos estos años y que sólo Dios sabe hasta qué grado 33!


Puede decirse que El Arbolux, el Árbol de Luz, o simplemente Arbolux, ha sido mi símbolo, mi escudo de armas desde que comencé a elevar y desahogar mi voz, mística, tímida, discreta y muy perpleja al comienzo, en 1960, cuando me puse a anotar sobre papel mis primeros pensamientos y meditaciones vernáculas. La lucha fue cruenta al inicio. Estaba muy atormentado y desequilibrado por tantas tensiones y mælstrøms a mi alrededor aunque nadie se percataba de ellos porque siempre he sabido disfrazar y ocultar las tormentas de mi mundo interior sobre todo cuando me doy cuenta que a la mayoría, abrumada por mil y un problemas o menudencias de supervivencia material, poco le importa o le llama la atención la lucha espiritual, siempre épica y heroica en sustancia, pues ésta requiere mucha concentración y dedicación que la mayoría considera cansona y difícil de mantener o resistir. Y aunque vivimos en la etapa culminante de una transición, que va de la más abyecta negrura a la claridad más resplandeciente en este fin del Kalî Yuga de 4 Yugas o Edades, una etapa que cubre varios miles de millones de años terrícolas donde el planeta no ha podido aún centrarse e identificarse con los lineamientos de la Gran Alianza de Mundos Sofisticados de Varios Universos, nunca es tarde para inscribir de nuevo ciertas ideas y principios que considero importantes y en esencia revolucionarios pues nunca pasarán de moda porque los mismos reposan sobre verdades universales ya que son tantos los individuos que no pueden ni saben cómo carajo salir de sus laberintos emocionales, sentimentales, mentales, ideológicos, materiales o religiosos. Eso ha hecho que un sinnúmero de guías espirituales hayan fracasado en sus intentos éticos por encender la chispa en los corazones y las almas y corregir tantas malas costumbres, usos, experiencias, prácticas, repetidas hasta la náusea y el cansancio una y otra vez como si giraran y giraran en un círculo vicioso que parece no parar jamás.


En esta Noche de Pascua veo relucir de nuevo la Estrella de la Esperanza y la Alegría y aunque viva en un país crucificado y con demasiados débiles mentales que no saben cómo deshacerse resuelta, decidida y contundentemente de un nefasto régimen de dementes, malandros, energúmenos, mentirosos y rencorosos antipatriotas que desea aplastar a la población y el resto de la Naturaleza a como dé lugar y de la manera más vil, sucia, cochina, perversa, retorcida, cruel, sediciosa, gangsteril y deshonesta, sé que no todo está perdido porque no hay mal que dure cien años como proclama un viejo adagio abisinio. Ya llegará el día cuando el país que me vio nacer salga de su cárcel y alienación y vea la luz de Cristo: una refulgencia del coño de la madre de todos los arcoiris que no ha parado de surgir y brillar entre tantas desgracias desde que la Luz Cósmica llegó acá cuando el planeta se formó en los primeros albores de su constitución geofísica y astral y la Tierra era una masa no para bollos, en plena ebullición y caos, y se iba preparando para ocupar eventualmente un sitial civilizado en el concierto de esferas cuando Dios quiera y ordene. Que yo creo no tardará mucho si los terrícolas se fajan duro.


Por eso, aunque parezca triste y muy frustrante, y a ratos me sienta tan infeliz, esperaré a que los millones de débiles mentales de Venezuela sepan cómo inutilizar, deshacerse y expulsar a sus pésimos y harto desfasados gobernantes, representantes y líderes porque finalmente quieren vivir de verdad, sin tapujos, vacilaciones y sandeces, en un mundo de avance, evolución, refinamiento, gracia y superación. O porque le van a sacar a los endemoniados sus 7.000 demonios personales y los metamorfosearán en vivientes iluminados sin penosas miasmas y síntomas degradantes. Hasta que eso suceda no me mantendré ni callado ni sordo y rezaré porque acá las masas despierten y quieran otra cosa que no sea vivir a medias o a oscuras como esclavas cegadas por descuartizadores de mentes, espíritus y almas como han demostrado otras muchedumbres y gentes en otras partes del mundo y en otras épocas (aunque el ascenso no haya durado mucho ya que es difícil que la Humanidad no se deje hipnotizar y vuelva a adormecerse con estos Tutumpotes de la política y la falsa religión de siempre con distintos cachimbos, cantos de sirena e idiomas).


Arbolito de Navidad. Fuente: educafrances.blogspot.com


Seguiré escribiendo, pintando y haciendo lo que le parezca bueno y positivo al Gran Espíritu a quien a fin de cuentas venero y admiro por encima de todas las cosas y quien nos da de comer a mí y a mi querida compañera, Titita-Nefer Ansara de Cumaná. Quiera Dios unirnos en santa advocación mariana y quitarnos estas pulgas y piojos que tanto daño hacen pues conspiran contra el libre juicio de todos los hombres y de todas las hembras de buena, dócil, pujante y creativa voluntad que no se amparan en crímenes, aberraciones y transgresiones a menudo inenarrables e inconfensables como las que nos zumban por la prensa, la radio y la televisión. Quieran los Maestros y las Maestras de la Luz del Pino Silvestre que será siempre verde inspirarnos y alumbrar nuestra mente, imaginación e intuición para que podamos recibir al Niño Dios prendido en nuestro interior que nos sonríe cada vez que ascendemos o remontamos la cuesta que nos separa con fulgores de la ignorancia y de la sombra más negra y total del Mal (que sigue siendo tan letal en esta Tierra todavía demasiado alejada de lo divino y lo bonito). Que Dios siga apiadándose de los pobres mortales que se empecinan en quebrar sus estrellas y callar sus reyes magos sin darse cuenta que sólo con amor y festiva unión y solidaridad pueden las naciones y los continentes e islas salir de la atroz ceguera y amarga miseria que fabrican una y otra vez porque no pueden ni saben quitarse de encima las bacterias, los microbios, los virus, los parásitos y las larvas de sus malos pensamientos, infames sentimientos y viles acciones. ¡Que Arbolux de Venezuela os reúna y junte indisolublemente un día bajo el sol, la luna y las estrellas, os termine de enseñar el Paraíso que pudieran saborear y transitar de una vez, Él que tanto espera por Uds., porque a fin de cuentas la Navidad es el Nirvãna de Occidente, un estado ideal asequible al humano, venga de Occidente como de Oriente, del Polo Norte o del Polo Sur, con tal que lo sepan sinceramente el corazón y la cabeza! ¡Que San Nicolás, el Niño Jesús y los Amados Maestros y Amadas Maestras de la Transfiguración y la Transparencia Cristalina os toquen de frente y atraviesen, juntos, en familia, sin armas y violencias! Por último, que millones y millones de niños y niñas índigo, cristal, titanio, arcoiris y tornasol pueblen Venezuela y el planeta entero, que los milagros del Arbolux se den a manos llenas y la Humanidad conozca un nuevo plano y una nueva realidad que deje atrás millones de años desgraciados y sombríos. Que así sea y para siempre si está en Ley. Que así sea y para siempre. Amenti Karamintaka. Pax in Terris.














Fuente: http://www.theblueleaf.net/es/rainbow-kids.html


Caracas, 24 de diciembre del 2010

lunes, 13 de diciembre de 2010

Más sobre el odio y su patología y la demencia

Si odias, te hundes; y si te hundes, desapareces. Más vale que luches por tu supervivencia y preserves tu cabeza que después de todo te permite ser, vivir, enmendarte, si hace falta, y progresar, porque de ti es el Reino de los Cielos y no los abismos sulfurosos.


No hay peor cosa que el desorden mental. El desorden emocional, sentimental, sanguíneo y fisiológico, cualquier desarreglo cerebral, neural y general es una tragedia. La demencia, producto de la falta de coordinación y armonía nos ha perseguido desde la Prehistoria y quienes la sufren, aunque sea por poco tiempo, se ponen miserables. Sus sufrimientos y padecimientos son dignos de conmiseración. Atribuyo parte del desorden mental y espiritual a los terribles cataclismos, desastres y tragedias, a las plagas y desórdenes sociales que han asolado y viciado a nuestra Humanidad a lo largo de las Edades. Por eso, he insistido tanto en el saneamiento y el orden a nivel atmosférico, natural y moral, para que nos podamos librar de semejantes caos ante los cuales nuestra pobre Humanidad se siente tan atribulada y desorientada, sin poder defenderse, pusilánime, diría yo. Cuando el desorden llega al inconsciente de la Tierra es poco lo que se puede hacer. Sólo religionándonos podremos superar desafíos y peligros.

El odio es lo que más se acerca a la muerte del Yo, a la agonía y la extinción de todas nuestras células, moléculas, neuronas, átomos y sistemas varios, al fin de nuestra existencia como entes y entidades e individuos de número y valía diversa. Nunca entenderé cómo es posible que una persona pueda y se deje atacar por un sentimiento tan monstruoso como el odio y sus dantescos parentescos: el rencor, el aborrecimiento, el encono, la inquina y la gama completa de repulsión, desdén y ausencia total de conmiseración, cariño, bonhomía, sutileza, tacto y diplomacia. Creo que tanto el odio como el amor son los factores y agentes fundamentales de la vida en los seres humanos en este planeta así como en el resto de millones y millones de cuerpos celestes regados por el cielo en una u otra dimensión. Pero así como el amor tiende a sumar y agregar o resucitar el odio sirve el propósito contrario: tiende a restar, dividir y finalmente matar y por ende representa puesta, descenso, fin, desaparición y anulación o eclipse. Desde que las fuerzas magnas de la Naturaleza nos dieron la vida en un instante dado de sus eternas circumvalaciones y nos convirtieron en seres espirituales, pensantes, sintientes, emotivos y motores la tendencia ha sido ir de un lado y extremo a otro del espectro en un mar de contradicciones y oscilaciones hasta que podamos y logremos superar infinitas tensiones, presiones e inclinaciones que pueden tornar nuestra existencia en una especie de guerra fratricida terrible y horrenda, elemental y dinámica, que copia y refleja todas las manifestaciones por las que pasa la materia y la energía a todos los niveles. Por eso somos hijos e hijas de huracanes, ciclones, tifones, brisas, erupciones volcánicas, cuásares y púlsares, supercúmulos y planetas, sin darnos cuenta muchas veces que todo lo que puede acontecer fuera de nuestro círculo íntimo también surge en nuestro interior puesto que somos parte del polvo interestelar así como del microcósmico, apenas captado por un microscopio electrónico, la punta de un rayo láser, un superconductor o un simple fotón yendo a velocidad tachión de un lado a otro de nuestra sala de estar. Bien decían los puntillistas franceses que el aire es una colección de diversas medidas, tonos y espesuras cargados de iones movidos de fantástica creatividad y hermosura o los cibernautas de ahora que ven cómo la información de millones de años se lee y conoce en cosa de minutos. La Red nos está juntando con unos modos inverosímiles y asombrosos que antes sólo hubieran podido estar en la mente de un Julio Verne o Nikola Tesla. Y quizás podamos sortear algunos precipicios venideros como sería, por ejemplo, la posible electrocutación de la Tierra.


No es posible ver el complejo, laberíntico y barroco entramado de las pasiones y los sentimientos sino con una lupa de médico analista, brujo, biólogo, astrónomo, astrólogo y poeta, porque mientras más nos inclinamos sobre el mundo torcido y variopinto de las pasiones y emociones más descubrimos que los seres humanos no han hecho sino recoger corrientes y fluidos de procedencia cósmica o celeste y que han interpretado a su modo y según su nivel de conciencia, percepción, instrucción y educación. ¿Quiere decir que para amar u odiar hace falta haber sido educado de una cierta manera? Es muy posible. Porque da la impresión, por lo que uno ve por el mundo, que resulta más fácil odiar, aborrecer y sentir desamor, desprecio y censura que amar, tocar una flor, acariciar un animal o perdonar un desagravio. Pareciera que cuesta más adquirir algo nuevo, una virtud, por ejemplo, alcanzar una nueva cima y retrospectiva que sencillamente mandar al cipote o maldecir con saña y premeditación a alguien que te ha lastimado de un modo u otro con palabras o acciones. Por eso resulta tan difícil llegar a buenos acuerdos, a alianzas y convenios, a armonías y octavas mayores, porque la mayoría de nosotros y nosotras estamos permanentemente en guerra con otros y otras o con el Universo en general.


Cuando comencé a escribir en mi adolescencia me di cuenta de inmediato que tenía que quitarme encima toneladas de capas geológicas que me estaban cubriendo y me tenían enterrado a varios kilómetros de la superficie terrestre. Igual a un dragón tuve que reconocer todo el material que me cubría, viajar por el magma, tocar el hierro, nadar hasta el núcleo de la Tierra y visitar cuanta gruta, río, mar y lago interno había en ese mundo espeso y fantasmagórico inundado en una luz espectral que daba piel de gallina. También tuve que enfrentarme a mil y un monstruos horribles parecidos a los que pueblan los mitos y fábulas de pesadillas e insomnios, hasta que al final me liberé y pude ascender a la superficie y coger vuelo. Todo ese mundo negro y espantoso habitaba en mí y yo lo había heredado por vía directa pero también por vía indirecta a través de los demás. Si había nacido así, como parte de un segmento existencial que me vinculaba a este planeta en particular, no podía autoexcluirme. Algo imposible. Debía saber a qué infierno había bajado, dónde había caído y resbalado, en qué tronera volcánica ardía, y si había algo más allá de ese Infierno digno de Bosch y Brueghel. Pronto lo encontré. Pero era necesario bajar al foso primero para hallar luego un coro de ángeles que hasta el día de hoy no me ha abandonado. Hubo que dejar mucho atrás, apartar muchísimo, en medio de una lucha a brazo partido sin perder el aliento y las esperanzas, hasta que la Diosa pudo montarse sobre el dragón o el hipogrifo y cabalgar sobre las nubes que amo tanto y ver de frente los esplendores y resplandores sin fin. Cuando cumplía los últimos tiempos de la adolescencia hallé lo que tanto se me había quitado cuando era muy niño e inocente y era uno con el Monte, el Mundo Vegetal en general y la Brisa porque de esto estoy muy seguro: somos fractales de una constelación en un Árbol de Vida y Luz que no se apagará a menos que nos desenchufemos de Él, lo crucifiquemos y le demos la espalda. ¿Pero será eso posible? ¿Probable? ¿Factible? Sí lo es. Sin embargo, sería tan irreflexivo como demencial quererse quitar sus propias luces, andar a ciegas y a oscuras, del timbo al tambo, como sonámbulos y fantasmas, apuñaleándose sin sentido, sin haber conseguido la salvación y la liberación en el Nirvâna.


Quiero que se entienda esto de veras. Mismo si a una vasta mayoría le pareciera una exageración y le sonara como un exabrupto, algo imposible de alcanzar en colectivo y al unísono, todos y todas tenemos sin excepción una tarea y faena que cumplir, un objetivo principal que concretar y para el que estamos capacitados con tal que nos unamos y seamos solidarios unos con otros y actuemos con fina inteligencia, mucha sabiduría y preparación: ser, saber, o estar en perfecto acorde con nuestro Gran Benefactor y nuestra Gran Benefactora por el bien de la raza ya que estamos en peligro de ver desaparecer dos terceras partes de la Humanidad en cuestión de 100 años. Esto lo sé desde la década de los '60. Puesto que descubrí que me es imposible odiar a muerte a quien sea o lo que sea añadiré que mientras más odio encuentro en los anaqueles, museos, mercados, autopistas, tiendas, bodegas, campos y centros cívicos del mundo más me doy cuenta de que sin amor es y será imposible cambiar las cosas en su esencia, de raíz, beber de las fuentes potables. Hasta el mal puede amarse de ser necesario para que desaparezca y se vuelva un bien agregado porque a fin de cuentas la vida nos pide en última instancia ir más allá de las dicotomías, los opuestos y contrarios, ya que la corona de toda experiencia es experimentar la fusión, la unidad, la cohesión, la copulación y la integración más allá de todas las diferencias que puedan suceder y manifestarse en una fase o ciclo cualquiera. Por eso, amo la música clásica y popular por encima de todo porque ella es sinfónica, espiritual e integral, convierte en sones, ritmos, melodías, compases, acordes y direcciones la Creación Entera y nos permite entender y comprobar que solamente vibrando al unísono con el Cielo seremos dichosos y eso nos va a contentar tanto, nos estimulará y nutrirá tanto, que hasta las palabras resultarán tímidas e inexactas. Sigo pensando que de todas las formas que el Espíritu Santo nos puso a la disposición para que dejáramos las enfermedades y los sufrimientos nada hay más grande y terapéutico que el Arte, con A mayúscula. Eso lo saben terapeutas, psiquiatras y psicoanalistas, los místicos y devotos, y por eso los artistas son embajadores y mensajeros del Empíreo.


El amor cura todas las dolencias, todos los males, toda demencia y psicopatía, toda neurosis y psicosis, y quien no se deja encantar y embrujar por su poesía elevada es digno de lástima. Si a Hitler y sus compinches los hubieran bombardeado desde el aire con chocolates, caramelos, fiambres, polvos enteogénicos y dulces criollos en vez de lanzarles bombas y artillería pesada, posiblemente nos hubiéramos evitado ver morir alrededor de 60 millones de humanos. Si en vez de matar ballenas jorobadas y focas los escandinavos, rusos y japoneses las protegieran y cuidaran, seguramente el clima mundial mejoraría, en Sudán no se pasaría tanta hambre, los talibanes serían como sufíes y los iraníes no serían misóginos y no estarían poseídos por el odio hacía los israelitas. Si los ingleses no hubieran dividido para reinar, hoy día hindúes y pakistaníes podrían vivir en paz, se ayudarían mutuamente y el odio sería vencido una vez más. De todo eso y mucho más trata el Efecto Verdegay. OM.

Caracas, 13 de diciembre del 2010

domingo, 12 de diciembre de 2010

El odio

El odio es el arma preferida de los débiles y de todos los que se arrastran en medio de la oscuridad y no ven la luz o una salida cierta a los terribles dolores, penas, privaciones y sufrimientos que los han mortificado y azotado de muchos modos durante demasiado tiempo. El odio es el arma letal de los individuos y pueblos sometidos a inenarrables y pesadísimas mordazas que los vuelven tan miserables y desesperados que no ven otra cosa a su alcance que el camino de la destrucción y la aniquilación para vengarse de su mala fortuna y suerte y cambiar todo en su mundo a toda velocidad y del modo más radical, letal y expedito. El odio no conoce amos ni señores, tampoco fronteras, intimidades, credos, géneros, espacios, santuarios. No respeta nada, sólo busca su propio fin y placer sadístico: arrasar con todo lo existente para no dejar nada en su lugar, porque como no cree en nada pues no usa la cabeza, poco le importa lo que resulte de su indetenible destrucción y atomización. Es tan malvado, tan malsano, tan enfermizo su sentimiento rojo, sanguinario y sanguinoliento que sólo parará en seco su carrera loca y suicida cuando lo descabecen a su turno las mismas fuerzas y energías que desencadenó y liberó de la mazmorra en la que se encontraban quién sabe desde cuándo (como pasó con la Revolución Francesa y la Revolución Bolchevique). La propia Destrucción se lo llevará por delante cuando ya quede poco o menos de su feroz acometida. El odio entonces termina siempre igual: con la cabeza atravesada por una pica de acero o la cabeza estripada y sin saber realmente cuándo fue que arrancó o surgió el cambio que se lo llevaría por delante inevitablemente. Porque es inevitable que el odio, así como cualquier sentimiento, emoción, pasión negativa, poco saludable y esencialmente catastrófica, fabrique sus propias leyes y ritmos contradictorios, oscilantes, demoledores y crueles, tan despiadados como demenciales y viciosos, que nunca terminan en nada bueno, agradable y prometedor. Como todo virus, microbio, parásito o larva, incapaz de dar vida y prodigar bendiciones, el odio es una verdadera calamidad que la Humanidad debiera evitar y trascender lo más pronto posible para que sus secuelas puedan ser curadas y borradas de su sistema de vida. Mientras las personas caigan en su red de males jamás lograrán vivir en sana paz y convivencia y saber lo que es haber trascendido los conflictos bélicos y no estar en guerra o alejado, separado y divorciado del medio ambiente nutritivo, ya que al odiar e irrespetar tenemos obligatoriamente que padecer de fríos intensos y calores excesivos emanados del sobrecalentamiento global y los drásticos cambios climáticos sin control ni mesura alguna. Las lanzas coloradas deben ser suplantadas por sembradíos e hileras de árboles coloridos alrededor de los cuales los niños puedan jugar inocentemente y abandonar rencillas tontas y desquiciadoras que sus mayores edificaron con tanta rabia. Estos niños índigos, de cristal o diamante, deben multiplicarse como pétalos de rosa.


Eso mismo es lo que NO está sucediendo en Venezuela. Hoy día Venezuela está demasiado inmersa en odio, hay demasiado odio en todo su territorio, un odio fraguado, alimentado, bombardeado, auspiciado desde las alturas del poder político y social que está llegando a cifras y niveles verdaderamente enloquecedores y patéticos. El país ha perdido la brújula más que antes, más que en todos los 40 y pico de años de la Cuarta República, la Tercera República, la Segunda y la Primera, más incluso que en la Época Colonial, la Precolombina, y pare de contar. En verdad que me siento muy mal viviendo en la Venezuela de hoy, una Venezuela que pareciera estar herida de muerte y desencajada, muy vulnerable y delicada sino quebradiza e inconsistente, que aún ignora hasta qué punto fue malo haber llevado a la Presidencia a seres tan malvados, malignos, maliciosos, egoístas y sucios por dentro, que sólo piensan en saquear, limpiar, arrasar y desordenar lo que encuentran por delante sin importarles un comino lo que consiguen a su paso. Porque repito: el odio no ama nada, al contrario, lo desprecia o menosprecia todo, y por lo tanto es incapaz de ver valor en nada, sólo ve muerte, la Muerte, descomposición y putrefacción, el fin de todo e incluso su mismo fin que bien poco le interesa preservar. Así que si me siento pesimista y muy triste por lo que palpo a mi alrededor será por algo muy fundamentado y racional. No entiendo porqué es tan difícil para los humanos y los terrícolas vivir en paz y armonía, progreso y bienestar, alegría y cultura, unidos alrededor de una hoguera al borde del mar. ¿Será que Venezuela va a desaparecer también, social, geopolítica, geológica y biológicamente? ¿Será eso lo que desean y anhelan tantos venezolanos y tantas venezolanas? ¿Qué los Kraken engullan a su país de un todo y para siempre, que no quede rastro de su pasado y presente? ¿Que deba venir una nueva simiente, una nueva camada, que reemplace a la población y tierra actuales? ¿Que debamos irnos de acá porque acá el pueblo no nos desea para nada y desea echarnos de sus predios? ¿Será que los que nos gobiernan desde 1999 quieren despoblar el país poco a poco y llenarlo de puras culebras, lombrices, cucarachas, ratas voraces, pirañas, zamuros, hormigas, bachacos e híbridos alienígenas? En verdad que el panorama no es muy prometedor en vista de los acontecimientos en pleno desarrollo, cuando vemos que en vez de comida, medicinas y escuelas nuestros gobernantes y representantes prefieren dar el mal ejemplo, jalar caña, comprar fusiles Kalashnikov y robar descaradamente. ¿Será que acá deben reinar la mediocridad y la enajenación? ¿Será que 28 millones o más de personas quieren realmente que su suelo se volatice en un abrir y cerrar de ojos y se vuelva un desierto o mar bravío desprovisto hasta de corales? Sería demasiada insolencia, desamor e irresponsabilidad. Pero todavía guardo un gramo de esperanza. Así que seguiré dando la pelea.


Hoy murió un gran venezolano, Manuel Caballero. Que sus palabras y verbo encendido sigan tronando en nuestros corazones y cabezas. Echaré de menos sus filípicas.


Caracas, 12 de diciembre del 2010

jueves, 2 de diciembre de 2010

Las Acacias


Las Acacias

Mientras yo viva esto no va a morir

aunque lo ocupe el Comando de la Guardia Nacional Bolivariana

lo sepulten toneladas métricas de tierra húmeda y compacta

le pase encima un Caterpillar

le escupan encima

se caguen sobre sus prados y jardines floridos de acacias flamboyants

propias de Martinica y Guadalupe y cómo no de Venezuela y Guyana

que debieran hacer las paces y abolir sus nigrománticas y absurdas fronteras

al igual que Brasil y Venezuela y Colombia con Venezuela

siguiendo con Ecuador y Panamá y sin dejar a Perú y Bolivia y la angosta Chile

tirando a la Argentina de la Cruz del Sur y de Paraguay hasta Uruguay

después habrá que tenderle lazos a Cayena y Paramaribo y al norte a las Antillas

y La Florida de donde partió Cabeza de Vaca en su épica travesía hacia Nuevo México

pues todo esto lo apunté en El Orgasmo de Dios entre 1962-1964

ocupando a América Central con cocoteros y caobos y llevando ceibas y álamos a México

robles a USA y pinos al Canadá

hasta que América toda se una como en un vasto y visionario plan megalítico más que vikingo

que ponga las cosas en orden hasta que los polos se derritan y la configuración cambie al por mayor

suban tierras e islas y se inunde buena parte de Venezuela y Brasil

se estreche Chile y Buenos Aires se baje los pantalones porque la Antártida se irá de paseo al mar

y el recuerdo del Almirante Byrd se cumplirá al pie del Gran Canón de Arizona en el Polo Norte.


Mientras yo viva esto no va morir

aunque no me paren bolas ahora y los gobernantes de turno parezcan verdaderos macacos malandros

que de cínicos y sinvergüenzas parecen no tener límites.

Habrá que convertir a la fructosa y al titanio también a la zábila y al ajonjolí en monedas de uso corriente y rápida

para que las personas regresen a la tierra y no le den la espalda

crezcan derechos como mijaos

se suban a sus coronillas y toquen a Dios y la Diosa

que les dieron la vida para que maduraran y se dejaran de pendejadas.

Esto no va a terminar todavía

ya podrán tener sus horóscopos hechos sideralmente

para que se acuerden de su divinidad que patean a cada momento.

No crean que pueden vivir al revés y olvidarse de hacer el amor a cada segundo con el mundo

ya que no hay peor paga que echarse las bolas al hombro

y creer que se tiene amarrado al Señor por la chiva y al chivo atado con un mecate de acero.

Debemos saber que hay una memoria cósmica ligada a la historia de cada astro en el cielo.

El deber de cada alma consciente es ayudar a limpiar y mejorar esta memoria cósmica para su propio provecho y el de futuras generaciones. Es uno de los propósitos crísticos más encomiables de la Noósfera y el Sol Manásico.


Página anterior. Acacia Flamboyant. Delonix regia.

Esta página. Flor de la Acacia Flamboyant.


No pierdan su tiempo que es oro puro.

Vivan con ciencia y paciencia de camello.

Soporten al niño y abran sus bocas para que engullan el prâna.

Nada va a terminar todavía. Hace falta iluminarse más masivamente

para que el paso a la Nueva Era se pueda dar sin tantos sobresaltos y dudas kilométricas.

Los ángeles de Dios velan y no hay que dejarlos enfriar como témpanos de hielo

pues el Fuego Nuevo Maya y Azteca está por venir a pasos apurados y agigantados. OM.


Escrito en memoria de mi abuelo paterno John Boulton Rojas y del arquitecto venezolano Alejandro Chataing que construyó el hermoso palacete de Las Acacias, frente a la Plaza Madariaga en El Paraíso, a comienzos del siglo pasado. Ahora mancillado y desprestigiado y sin jardines franceses a causa de la falta de cuido, cariño, respeto y veneración por la tradición y la creatividad, como pasa casi siempre en Venezuela, donde se conserva y se honra muy poco (a la inversa de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, que mal que bien reconocen que sin pasado o huellas no hay ni presente ni futuro) mientras se deja que la basura aumente y el desorden, el hedor y la descomposición se apoderen del aire viciado y plomizo que respiramos por los cuatro costados de la comarca. Por eso, estamos como estamos: al borde del precipicio por nuestra desidia, desorganización, corrupción e ignorancia y, porqué no, por falta de religión y craso materialismo. Mi país no está nada bien. Es lamentable lo sucedido. Pero tampoco el planeta está muy bien que digamos en general porque pareciera que la ONU, la UNESCO, la FAO, la OMS y ACNUR (sin mencionar otros organismos mundiales) están tirando la toalla en desesperación.


Las Acacias. Donde se crió mi Papá. Principios del siglo XX. Caracas.


Escrito en hindi, tamil, kannada, telugu, malayalam, bengalí y urdú y versado al castellano con trozos de vasko, guanche y esperanto. Escrito en memoria de todos los gurúes que han llegado a la Tierra de muchas zonas celestes a levantar por lo menos un trillón de veces la rata vibratoria telúrica para que este planeta deje de ser un sitio de expiación, confusión y torcida iniciación. Om Mani Padme Hum. En memoria del Papa de Rojo Escarlata, como flor de acacia, que vendrá a reinar acompañado de la mujer Pachamama ataviada de morado muy encendido y plata peruana que los Conquistadores de Pizarro jamás vieron y agarraron con sus manos ávidas y profanas embadurnadas en sangre maloliente, huesos rotos y bosta de caballos nerviosísimos. Nuevos Tiempos ya vendrán como la alborada que sigue a una noche de Kalî Yuga cuando el momento sea oportuno y hayan más personas conscientizadas arriba como abajo del ecuador terrestre y celeste. ¡Salve la familia humana! Amén y Akakor. Para que el psión y el superfotón carguen e iluminen más los cartuchos cerebrales tornándolos en supermentes. Que los corazones de muchos y muchas que aún caminan sin saber realmente adónde van, de dónde vienen, qué son, por qué están aquí y para qué deberían servir se abran y dejen pasar al rey amor-fotón.


Por último, reconozco que hay mucha erudición y enciclopedia en todo lo que escribo y pinto porque a fin de cuentas recibí una educación clásica en Venezuela, Brasil, Francia, Suiza y EE UU que luego desarrollé muchísimo más por mi propia cuenta. Ahora bien, si se le prestara más atención a la naturaleza dionisíaca, alucinógena, enteogénica y venusina de las cosas se entenderían en un triz hasta las complejas y revolucionarias teorías de Bohr, Planck, Einstein, Bose, Tesla, Mandelbrot, Goethe, Ostwald, Klee, Vasarely, Cruz-Diez y Sheldrake. Se tendría la sabiduría del cosmos en la yema de los dedos. Uds. captarían lo que a primera vista parece increíble, inverosímil, fantástico y abstracto como hacen los bebés y los infantes antes de que se les cierre parcialmente la coronilla o la fontanella que deberán reabrir con ejercicios de yoga y alimentación sin carne. Deberán cuidarse mucho, estar alertas, ya que la mala educación y la poca cultura harán lo indecible por volverlos estúpidos, necios, tapados y fofos. Ya vendrán Nuevos Tiempos, seguro que sí. ¡Saludos a mis primos y primas del alma que juegan y levitan con números primos, entre ellos el 37! ¡Salud, Fuerza, Unión y AUM!

Caracas 1/2 de diciembre del 2010