viernes, 11 de noviembre de 2016

Los excesos son muy negativos y peligrosos. Nos encierran en un círculo vicioso y pueden matarnos sin piedad. Debemos manejarlos con lucidez y temple



Ha llegado, vía Elecciones libres, a la próxima Presidencia de los EE.UU., la nación más rica, poderosa, influyente y mixta del mundo, el señor Donald Trump, un hombre y líder nato, afortunado, raro, inteligente, listo, controversial, impredecible o uraniano, excesivo, apasionado, marcial, abrasivo, violento y revolucionario. Su victoria, tan inesperada como insólita, le dio al partido Republicano el control total del Congreso. ¡Cuánto más habrá! Hace seis meses aproximadamente predije que podría llegar a ser Presidente pero después de hacer su horóscopo lo engaveté, puse de lado, y unas semanas antes de ser declarado vencedor en unas muy reñidas campañas electorales cambié de opinión por su manera de ser ante las cámaras y me decanté por Hillary Clinton, que tampoco es muy santa que digamos y no me convencía del todo. Después de los resultados electorales volví a encontrar mi vieja predicción y vi porqué su destino, hado y sino, me habían llamado la atención hace muchos años. En líneas generales, me impresionan los seres que se destacan del montón y dejan una buena huella. Eso hace un sol humano y más todavía uno inmortal.

En los albores de la década de los '70 del siglo XX me fijé en Donald Trump y quería conocerlo personalmente. No sé si podrá ser. Ahora bien lo que interesa en este trabajo es que él, como la mayoría de las personas que llegan a ser poderosas en cualquier esfera, deben tratar de no excederse porque a mi entender cualquier exceso (o arrollamiento, como en el ámbito político, económico, financiero, religioso, deportivo o cultural) es peligrosísimo, hasta cansón, fastidioso, patológico, y termina convirtiéndonos en esclavos, sometidos, arrinconados, jamás en seres libres, creativos y productores, porque el exceso no admite rivales, debilidades y complacencias. Es egotista, egomaníaco o egocéntrico y despectivo, y Trump tiene a Leo en el Ascendente sideral en conjunción con la eclíptica estrella Régulo. En este caso en particular, Algol en el Medio Cielo natal y Marte en el ASC natal, cuadrando el MC y el AMC, dan un pronóstico reservado, incierto, inseguro. Además, Ketu, el Nodo Sur del Dragón, se junta con una Luna en Escorpio, marciana, violenta, luchadora. Entonces,¡ojo!

Tanto el poder como la riqueza, si se torna en una obsesión desmesurada y falta de escrúpulos, o sea, en una fijación tiránica, conlleva a la aniquilación o muerte, sea física, espiritual, mental, psíquica, porque quien se excede se estrella, choca, implosiona o explota, pierde el control, pues va a exceso de velocidad y no frenó a tiempo. Mientras podamos dominar nuestros instintos, sentimientos, emociones o humores podremos sortear los extremos porque, como extremos y contrarios que son, tienen la posibilidad de tumbar el curso y destino de nuestra barca, nave, automóvil o carrera profesional. Si perdemos la cabeza, no sabemos cuándo pararnos y tomar una bocanada de aire, sacar la cabeza del agua, quedarnos quietecitos. Estamos fritos. Por consiguiente, le deseo al señor Trump el mejor de los aciertos porque nuestro mundo es mucho menos seguro de lo que él se imagina. Tanto él como los demás líderes del mundo a menudo se creen irreemplazables, eternos, intocables, fijos, sellados para siempre con sus ideologías, creencias, doctrinas, estados y religiones personales a la cruz que escogieron por una razón u otra en un momento dado. Siempre debemos actuar con inteligencia y prudencia, estar alerta, y en este caso Trump no es ni estúpido ni lerdo, aunque a menudo actúe con brutalidad, sin tino, tacto y cordura. Por consiguiente, ahora que será Presidente, tiene una enorme carga sobre sus hombros, como el titán Atlas, medir muy bien sus palabras y ademanes y limar asperezas por el bien de millones de seres en este mundo. Dios le ha dado otra oportunidad de redimirse. Trump debería ponerle atención a la canción Miracle of Love de Eurythmics. ¡Cambia papá!

El camino ideal es el camino del medio, el del centro del círculo, el del centro de gravedad, el núcleo celular y el del número 1 no arbitrario ni ciego. Allí es donde está la fuerza, el poder verdadero, hacia donde y de donde proceden los anillos concéntricos, radiales, solares. Allí está la madre de todas las revoluciones y órbitas. El líder que no se da cuenta de ello termina mal y de paso pone a sufrir al pueblo, las masas, la Humanidad, los débiles y miserables que no son pocos. Ojalá sepan esto quienes mandan en este mundo porque han habido muchos tiranos, dictadores, demagogos y autócratas en la Historia. Hay que ver y oir mucho, pensar antes de hablar, dominarse, autoconocerse y, si hay que hacer énfasis en un momento dado, hacerlo con lucidez, sapiencia, sabiduría y amor, ya que la vía política es complicada de por sí. El líder es una luz, una estrella, en principio, y hay que asumir la fulgencia con altura, distancia relativa y categoría, porque si no será terrible lo que sobrevendrá y así como se sube se cae también y puede ser repentina y violentamente. Caer es un accidente y la Ley de Accidentes es para todo el mundo., como le sucedió a Phaetón cuando quemó sus alas.

Nadie escapa al error, nada es completamente recto hasta el final, saber o percibir que la corriente eléctrica, el río, el magnetismo terrestre, las fallas sísmicas, etc, siguen un curso ondulante, sinuoso, elástico, cambiante, oscilante, que la Madre Naturaleza debe ser nuestra guía pues Dios la construyó y formó así eones, edades atrás, es bueno y útil amén de inteligente, y por eso yo le recomiendo a Donald Trump leerse a Confucio y Lao Tsé, no meterse y atacar sin reflexionar a China, pues reencarnó allá más de una vez, se crió también al lado de Atila, jefe de los hunos, y no olvidarse de ayudar a Venezuela a salir de su masivo hueco negro. Llegar a lo alto es importante pero siempre habrá un alto más que alcanzar, una cordillera más que escalar, el viaje no termina nunca. Entonces, lo mejor es reir, sonreir, bailar de vez en cuando, darle la mano a los niños y las niñas, acordarse de los demás y de lo que nos circunda, sean animales o piedras y plantas, excusarse también, así como se va al excusado a descargar excrementos y orines. El sendero de la moderación y del placer y el gozo no son opuestos extremos, eso mismo nos enseña Dios de mil y una formas, seguirá haciéndolo vez tras vez cuando nos indica que tras un domingo feriado y primer día de la semana, según la tradición esotérica milenaria, viene el lunes, que filtra y hace un recuento más apegado y familiar de nuestras circunstancias diarias y cotidianas. Mandar es importante pero más importante es mandarse a sí mismo y dar buenos ejemplos. Si no, el mando conlleva a la locura y el desastre, quizás al juicio y la mazmorra. ¡Ojo, pues!

Caracas, 11 de noviembre de 2016