sábado, 12 de mayo de 2012

Algunas consideraciones adicionales para un Buen Gobierno y una Sabia Administración

A Johann Pachelbel y su maravilloso Canon in D major así como al gran escultor y maestro Phidias


¿Dónde comienza y dónde acaba? ¿Dónde se junta y forma un bloque? El Uno? Y es Uno e indivisible porque ¿cómo se puede romper lo que es Uno? ¿Acaso no somos una fabricación de ese bloque Uno que es el Todo que está en todas partes y en ninguna en especial, sino que lo soporta, anima y contiene todo, sin parar, eterna y magistralmente, y además amorosamente, pues es Madre y Padre a la vez, indisolublemente, como un buen matrimonio y patrimonio, y si no le pone el pecho deja de existir? ¿No es eso lo que los místicos dicen llamar Fuente, Manantial, Origen, Germen, Brote, Nacimiento, Inicio, Átomo Principal, Súper Alma, Ser y Vida, Śiva y Shaktī en uno, ad infinitum, y admitirlo sin sarcasmo?


El mejor Gobierno es el que se acerca lo más posible a los modelos de Dios que, a mi juicio, se hallan expuestos aquí abajo, en el mundo natural y fenoménico que nos rodea, donde estamos físicamente, aunque no del todo, sin el cual no existiríamos; y, allá arriba, en el mundo fenoménico y metafísico, aunque también físico, de la inmensa bóveda celeste de la que dependemos hasta para respirar. Ambos extremos son igualmente válidos, se complementan y combinan continua y sagazmente, de un modo innumerable, incalificable, imposible de medir, espectacular, admirable, maravilloso, donde nada es insensible, está muerto o es estático e inútil del todo, y todo se intercomunica y balancea, es acción y reacción, transformación y transmutación, perpetuum mobile.


En la Tierra como en el Cielo Dios puso a nuestra disposición Sus modelos, ejemplos, arquetipos, obras maestras, y, si las sociedades humanas (en cualquier parte) fueran conscientes y quisieran ser dichosas, productivas y saludables, vivirían según patrones y pautas divinas. Esto jamás podrán rebatirlo los soberbios, arrogantes, ilusos e ignorantes. Están los estudiosos de la Materia y el Espíritu que se pasan vidas enteras observando, escuchando, conociendo, analizando, apuntando, sacando conclusiones, obteniendo resultados, dejando enseñanzas y lecciones y siempre, al final de sus análisis, deducciones y consideraciones o vidas, terminan dándole la razón una y otra vez a Dios, es decir, a la suma de los cerebros más brillantes y elevados de la especie pensante y psíquica a todo lo largo y ancho de los Universos. ¡Sois Dios! Ya que esto mismo es Dios y no alguna conjetura o adivinanza oculta y absurda relegada a un camuflado rincón celestial. ¡Es el agua que bebes todos los días, carajo, el aire, el sol!


Mientras más examino con agudeza la situación más veo que es justamente el Modelo Phiano o de Phi el que comanda penetrante y progresivamente la atención de los sabios, eruditos y estudiosos, de los monjes, anacoretas, yoguis, alquimistas y artistas del ser y el saber. Por algo la atracción del Valor Phi es tan grande y yo diría que casi omnipresente. La Sucesión o Secuencia de Fibonacci, la Divina Proporción, la Espiral Logarítmica y ciertas Combinaciones Elementales son algunos de los ejemplos que más se destacan y reproducen para que una sociedad tenga a la vista, como si se tratara de activos líquidos y de participaciones y rendimientos jugosos que quiere tener a la mano, si desea, como ya dije, ser feliz, productiva y armónica. La vía de los Números Sagrados, de la Geometría Sagrada, de las Señales de Tráfico Sagradas y, por consiguiente, de la Filosofía Empírica y del Conocimiento Sagrado e Integral es exactamente la que debemos escoger si queremos salir de un Punto y llegar a otro Punto de un modo certero, directo, rápido, fenomenal, coherente y explícitamente. Hay que proponerse metas, direcciones, efectos, amén de causas relevantes que nos sirvan e impulsen así como a los demás. Si hay otra modalidad no se conoce aún en la viña del Señor y de la Señora. Tal como me lo enseñaron en las escuelas mistéricas, lo que existe y es por algo está ahí, alrededor. La dimensión de la que participamos siempre contendrá un dejo de sabiduría una enseñanza, una muestra útil que el Ser Supremo nos depositó y nos puede servir en un momento dado. Y lo que se depositó tiene correspondencias con otros niveles o planos de existencia ya que el Todo está relacionado o interconectado desde lo más mínimo hasta lo máximo con todo. En el medio, como siempre, estamos tú y yo, y debemos saberlo.


Todo esto que estoy exponiendo es cuestión de modelos, matrices, moldes, principios, fractales, piezas y reproducciones maestras, esquemas, fórmulas, ecuaciones, etc, elaboradas por la Mente de Dios para que Sus innumerables creaciones se reconozcan en Su Plan Maestro, no se pierdan y confundan y sientan que son parte de un engranaje ordenado, organizado, integrado, coherente, inteligente, genial, consubstancial, atemporal y majestuoso. Por eso, cada vez que ponemos en marcha y aplicamos nuestra intuición y nos dejamos llevar por nuestros instintos puros, acertamos, ya que en esos momentos nos estamos conectando con el Gran Plan Divino, el Verbo Divino, la Vibración Divina. Podemos saber o anticipar cuándo va a caer la lluvia o una nevada, cuándo hará calor, cuándo aumentará o decrecerá la temperatura, qué viento viene hacia donde estamos, etc. Nuestra potencia shamánica está a flor de piel y muchas cosas más, dejamos de ser autómatas y estar en sueño, tomamos decisiones, asumimos riesgos, nos enseriamos y hacemos responsables; pero también nos liberamos de culpas, deslastramos, corregimos errores y faltas, dejamos atrás los miedos que nos atacan, nos amamos y nos endulzamos.


Quizás el hecho de haber estado tantas veces a la cabeza de una nación o de un pueblo hace que tenga esto de las artes y las ciencias políticas tan enraizado en mi organismo y haya nacido ahora en un país, una cultura, que anda tanto a la deriva y me obligue a quererlo mucho (a veces con mucha pena) y le deseee un mejor destino mientras tenga fuerzas. Pero últimamente me estoy cansando cada vez más por más que ponga de mi cuenta. Necesito una regeneración, reciclarme, renovarme, rejuvenecer, tomar unas vacaciones, movilizar energías, de lo contrario me quemaré. La materia no es inmortal en la 3D.


El período presidencial debería durar lo que la Sucesión nos indica: 5 u 8 años. Me inclino por los 8 años ya que 5 años es muy poco, no habría suficiente tiempo para que prospere, sea positivo y ejemplar un mandato. Las obras necesitan suficiente tiempo de maduración para que se le vea el queso a la tostada. Si la nueva Constitución Bolivariana lo decide, habría un solo período presidencial de 8 años, no renovable, o quizás sólo por 5 años más máximo, para un total de 13 años, pero eso si la mayoría lo acepta y elige conscienzudamente. Por ahora es lo que se me ocurre. Quizás continúe más adelante si veo interés. Y, así como me planteo lo de la duración de un Gobierno, someto a consideración lo concerniente a la administración y resguardo en general. Todo, absolutamente todo, debiera tener en cuenta los principios, lineamientos y órdenes demostrados en la Madre Naturaleza. El secreto radica en la educación, la instrucción y la cultura, como he dicho repetidamente, porque todo comienza y termina por el conocimiento cósmico. Desde el maternal y el prescolar o kindergarten los futuros humanos deben aprender a adorar la vida, la naturaleza de las cosas, y esto comprende la energía esencial que lo mueve todo. Así aprenderán a entender mejor su propio ser y el ser de cuanto les llama la atención. Las clases debieran darse lo más posible al aire libre, al pie de un árbol, si hace mucho calor y el sol es muy fuerte en ese momento, porque a los niños y a las niñas hay que potenciarles su hipersensibilidad, pureza e inocencia, su sentido de libertad, permeabilidad y transparencia, para que al ser mayores sean útiles, sofisticados y sofisticadas, bondadosos y bondadosas, respetuosos y respetuosas, saludables, creadores y originales. Verán que Todo se renueva periódicamente y es inextinguible. Eso les deparará el sentido innato de la fecundidad y generosidad presentes en las obras de Dios y con el tiempo será imposible que se siga creyendo en el dinero, el capitalismo de estado y/o privado pues nos daremos cuenta que si podemos cooperar con la Fuente, trabajar al unísono con Ella, las necesidades y requisitos serán cubiertos amplia y magistralmente ya que lo que sirve para algunos y algunas podría servir para otros y otras o no. Pero para eso debemos proponernos adquirir lo que denomino: el ontológico conocimiento cósmico que no es otra cosa que dejarse inspirar universalmente y trabajar con el cosmos. Maestros como maestras deben dar la talla y tener buena madera. Hace falta una cultura del milagro, del prodigio, del prodigio o de la maravilla para que el género humano en Venezuela y en el resto del orbe salga de una vez por todas de los embudos, cuellos de botella, atolladeros, galletas de tráfico, pantanos y miasmas, y dé buenos ejemplos que los animales, las plantas, los minerales y los metales y elementales puedan absorber para que nuestro Reino acá sea bueno para toda la Creación. Es muy importante saber y conscientizar que cuando llegamos a ser humanos recae sobre nuestros hombres una gran responsabilidad ya que somos el puente entre lo invisible y lo visible, lo sutil y lo denso, lo alto y lo bajo, el polo positivo y el polo negativo, ad infinitum. Debemos ser magos, magas.








AME. NO ODIE. NO JODA. NO MATE. ORIENTE Y REINICIE. Obra del Autor. Caracas. 1972/2011.


Somos criaturas salidas de la Mano de Dios para cantar Sus canciones y bailar Sus danzas. Si nos comportamos así, la sociedad será shamánica y alquimista. Nuestra meta será el corazón colectivo, sabio, fuerte, pleno de luz y algarabía. No habrán prisiones ni lupanares. Las guerras serán una cuestión insulsa y prehistórica del pasado. El Valor Phi del Reino de los Cielos gobernará y administrará juiciosamente. ¡Picaremos adelante con Enya, Steven Halpern, Raví y Anoushka Shankar, Aldemaro Romero, Evencio Castellanos, Silvestre Revueltas, Franco De Vita, Serguéi Prokófiev, Sir Edward Elgar, Kitaro! ¡Aleluya!