miércoles, 8 de enero de 2014

El oro del rey o de la reina como del Soberano del Universo


                                        
                                          

Arriba. Símbolo gráfico egipcio del alma libre, el espíritu sabio y volador de la superconciencia. Abajo. Pirámide y templo en Deir el-Bahari. Valle de los Reyes, próximo a Karnak y Luxor, diseñado y construido por el sabio, ilustre y polifacético oficial de la corte, astrónomo, cartógrafo celeste, consejero y maestro arquitecto, Sen-En-Mut (1513-1460 a.C.), en tiempos de la extraordinaria reina faraona Hatshepsut, quien gobernó Egipto antes del magnífico reinado de 34 años de su sobrino, el rey faraón Tutmosis III de la Dinastía XVIII, una de las dos Dinastías egipcias más espectaculares (la otra es la Dinastía XIX donde sobresalieron Ramsés II y Ramsés III). Este impresionante y hermoso complejo de edificaciones cívico-religiosas, cercano a las Tumbas de los Reyes y las Reinas, es un testimonio más de los muchos que nos legó el pasado milagroso, prodigioso y fuera de lo común del Antiguo Egipto que sigue llamándonos la atención como ninguna otra cultura exceptuando la maya en la América Precolombina. Lo grande de la civilización del Nilo es que en todas sus épocas, desde que la fundó hace menos de 12.000 años la familia real de Horus, el primogénito del Alto Iniciado Osiris, el Mesías atlante en el período de la última extinción y posterior mudanza de la civilización atlante a tierras marroquíes y posteriormente nilóticas, quien escapó envuelto en una mortaja de cuero de toro de la isla Atlántida y fue enterrado no muy lejos del hoy desierto del Sáhara tras darle las últimas señas a su hijo Horus y su esposa Isis, es que siempre contó con un sacerdocio avizorado y preclaro, aunque a veces muy sectario, dividido y fracturado, una élite de grandes y ambiciosos hombres y hembras que, a pesar de sus agendas ocultas y pequeñeces, pudieron portar durante varios milenios la flama espiritual y material por todo lo alto, incluso cuando Alejandro Magno y sus últimos descendientes en Alejandría debieron bajar la cabeza en tiempos de Cleopatra frente a las huestas romanas del César. Pero pienso que esta grandeza no hubiera podido durar y sobrevivir tanto, si no hubiera habido, entre otras razones, ese combustible esencial de la Alta Tradición que era y es el elemento-m, llamado por los sabios egipcios MFKZT y ahora ORMUS u OR DÖØÕ KHAN, como yo lo conozco hace años, mucho antes de oir hablar del oro blanco monoatómico que me hicieron conocer gradualmente el Maestro Orfeo Blas y la semidiosa Hathor de una manera que me parece ahora casi increíble, porque la transmisión del mismo a mis propios archivos akáshicos resultó ser sutil y discreta, casi imperceptible. El polvoroso oro blanco soberano del rey o de la reina como del Rey Mayor en el Universo es parte de la Herencia de los Muertos (pero sin cenizas mórbidas). Debemos respetar este testamento, honrarlo, cuidarlo, mantenerlo y usufructuarlo con la razón y la intuición de quien sabe el gran valor y responsabilidad que tiene entre manos, igual a que si se tratara del mísmisimo Testamento del otro avatar, Jesucristo, tan parecido a Osiris y Dionisos. Los ciclos están en uno, incluso los eones.


OR DÖØÕ KHAN

Este es el oro soberano
no hay ningún otro por encima de él
por la Gracia del Ser Superior de Todas las Galaxias este otro hizo este mundo y los otros
conocidos o desconocidos por la raza terrícola (y demás razas celestes)
que sigue sin entender que se le debe todo a la estrella alrededor de la cual revolotea
como mosca o mariposa que ignora que también tiene oro y platino en su interior
todas las gemas del Universo todos los tesoros habidos y por haber
que le llegaron por ósmosis y endósmosis de los recónditos del Kosmos
pero los humanos en su existir ilusorio y cínico no se dan cuenta todavía
que lo tienen todo y sin embargo lo tiran y pisotean todo
como si el Un iverso girara alrededor de sus egos
porque no se conocen bien a fondo y se enfrascan en discusiones interminables
van de un lado a otro sin parar como locos de perinola
no se paran a verse sus almas a estudiarlas con lupa y rastrillo
sin darse cuenta que provienen de los dioses y las diosas que habitan en los soles gigantes
sin saber qué hacer con sus almas desorientadas y confundidas por un supercúmulo de banalidades
zoquetadas sandeces ridiculeces tonterías y frivolidades que se pierden de vista
por eso pongo este aviso del OR DÖØÕ KHAN en la cima de muchas montañas y por las nubes
para que se sepa que lo grande de la civilización siempre tendrá que ver
con lo que resplandece y deslumbra sin miramientos ni pequeñeces
donde lo sórdido brilla por su ausencia y no hay lugar para los egoísmos
tan humanos y numerosos como granos de arena en una playa cualquiera.

Busca tu propio brillo y envía tus rayos a todos y todas sin pararte a examinar
si lo merecen y aprueban porque a fin de cuentas nadie tiene el escalímetro
con que se miden las almas y sólo quien se abrillantó con el metal divino
sin vanidad y torpezas morales y filosóficas
tiene idea de lo que le corresponde y le adjudica Dios y la Diosa Némesis de la Justicia
con tal que no pierda los estribos y no le suban los humos a la cabeza.
En todos estos años he encontrado muy poca gente con quien hablar del oro divino y lo sublime
porque a decir verdad y ciencia cierta es escaso el interés mostrado por atender lo sublime y lo real.
LO REAL ES LO IDEAL LO SEÑORIAL LO INMORTAL.
Sol Alado de Venezuela sin leyenda (distorsionado). Obra del Autor. Caracas. 2004.

Caracas, 8 de enero de 2014