lunes, 24 de agosto de 2009

El Calendario Gregoriano es incorrecto. Está mal calculado. Jesús no nació en el Año Cero. 2009 no es 2009. Pero el Sol sigue siendo Sol. (1)

Moneda de bronce de Antioquía. Turquía. Se cree fue emitida entre 5-11 d. de C., cuando el cónsul Quirino gobernó Siria la segunda vez, entre 5-6 d. de C., y se promulgó otro censo o empadronamiento por orden del emperador César Augusto. Este tipo de monedas –con el Carnero superado por una Estrella- debió comenzar a acuñarse varios años antes o después de la revuelta de los fariseos comandados por Saddoq y Juan el Galileo (¿?) en el año 4 a. de C. que dio origen a los zelotes. Fue entonces cuando se fusionaron muchos caminos. El carnero de Aries, un símbolo mosaico, fuerte, presidencial, radiante, dio pie a que la liberación de Israel del yugo romano subiera de plano y permitiera una salida esperanzadora que se convirtió en un movimiento militante y mesiánico: el cristianismo. El movimiento zelote fue el bastión de Jesús y Juan. Ellos eran zelotes, al igual que Judas el Galileo o Judas de Gamala, quien dirigió una insurrección contra Quirino en el año 6 d. de C. Ni Jesús ni Juan hubieran aprobado lo que 300 años y pico después pasó con su ministerio y legado solares. Al estudiar lo que se propuso y consiguió el cristianismo uno está tentado a hallar una conexión con el fallido intento amarniano emprendido más de mil trescientos años, en el desierto egipcio, por Akhenâten, Nefertiti y sus seguidores, y aunque la idea central –la realización de la exaltación del Sol, de la Luz Inviolable, de Dios en cada uno y cada una de nosotros y nosotras para que el Rayo Central del Mesías y de Kinich-Ahau, venidos del Centro de la Vía Láctea nos toque en directo- no se ha alcanzado todavía estamos ahora, en este preciso instante, a pocos años luz de lograrlo. Cuando se efectúe la Segunda Venida de Cristo Rey seremos testigos de la Gloria del Reino de Dios y el Mesías -el Cordero que nos ve directamente a los ojos- será uno con cada uno y una.

Lo que voy a exponer ahora, de un modo sucinto, seguramente sorprenderá a muchos, sino a la gran mayoría, y a otros, menos, si ya han oído hablar del título de este tema espinoso y controversial. Pero aclaro y puntualizo. Yo, al igual que el 99% de los occidentales y otros que usan el calendario oficial de Occidente (¡y ahora hasta en China y Tahití!), ignoraba cuando fui a la escuela que hasta en esto del calendario y el Año Cero Cristiano había sobrada confusión y manipulación, una gigante equivocación, un descomunal engaño, y demasiada ignorancia, picardía y parcialidad. Pero, no importa, el mundo no se va a acabar sólo porque durante dos mil y pico de años nos enseñaron y metieron pilas de mentiras, exageraciones e inexactitudes. Aunque hoy, en realidad, no estamos en el Año del Señor 2009, no significa que el planeta dejará de girar sobre sí mismo y alrededor del Sol en cuestión de 365-366 días por año. Sólo que los eventos y los hechos deberían marcarse en el calendario y con el cronómetro del reloj Rolex de un modo ligeramente distinto, correr absolutamente todo unos pocos años, como si se tratara de una corteza cerebral planetaria, sin que signifique que lo que pasó, pasó, y lo que pasará, pasará, y lo que está pasando, pase. Sólo cambiará la datación, la numeración, mas no las causas y los efectos cósmicos que mueven nuestro panorama. Ergo, los grandes cambios en la Tierra no han sido ni postpuestos ni alterados de raíz y copete. Vendrán porque están en Ley, siguen una pauta ajustada y cronometrada por Kronos-Saturno, pero el Señor del Karma o Kharma sabe que Jesús NO nació en el momento o año señalado en los libros de escuela y universidad por las academias e iglesias.


En un futuro futuro no tan distante, el calendario cristiano será sustituido por otro. Lo sé hace tiempo. En Occidente como en Oriente, en el hemisferio boreal y en el hemisferio austral nos regiremos por un calendario que estará más perfeccionado que los actuales en boga y desaparecerá lo que se determina antes o después de Cristo. Porque, para comenzar, Jesús el Cristo fue apenas un Cristo, Christos o Khristos más, entre muchísimos que vinieron antes que él y que vendrán después que él. Es más, ¿cuántos saben que otro Gran Iniciado y contemporáneo de Jesús, como Apolonio de Tíana, era considerado un Cristo, y no pasó igual con Juan el Bautista, Simón el Mago? Y en el Siglo VI, un siglo anormalísimo desde todo punto de vista, ¿cuántos y cuántas saben que hubo una sucesión de notables y admirables individuos crísticos, como Gotama Buddha, Zoroastro, Mahâvirá, Pitágoras, Lao Tzu, Confucio, con seguidores que se cuentan en los millones y millones? ¿Cuántos y cuántas saben acerca de los Khristos-Âtens, reinstalados periódicamente, alrededor de 600 años antes de Cristo Jesús y de 6 antes de Cristo Jesús? Me atrevo a anunciar que el futuro calendario terráqueo (mejor tener un solo calendario que una pila de ellos que se autoexcluyen y rivalizan unos con otros, confundiendo a tirios y troyanos) tendrá no más su punto de partida en el nacimiento de un Avatâra, o en un hecho o acto por más clave que sea, etc, etc. Como vamos hacia una Era de Luz Cósmica, Progreso, con P mayúscula, y Armonía, con A mayúscula, vamos pues hacia el encuentro con el PA Universal, es decir, con el Padre-Madre-de-Luz. Vamos hacia una Asíntota de tan alta definición, transparencia, intensidad, calidad, calibre y proyección, que la Humanidad se regirá por valores cósmicos y no más mortales, humanos, demasiado humanos, históricos, locales y parciales, y en consecuencia querrá proceder y emerger de raíces de tiempo superiores, alejadas de la rutina, monotonía, medianía y mediocridad. Y lo dejo allí.


El problema que nos concierne es que lo que llamamos popular y académicamente el Año Cero Cristiano, a partir del cual nuestro calendario actual fue erigido, tiene tiempo que fue erróneamente calculado y prefijado, y por lo tanto está errado. Eso es grave ya que su año axial y punto de partida, el Año Cero de la Cristiandad, no fue honesta y científicamente seleccionado. Siglos atrás un monje escita, Dionisio el Exiguo, en el año 525, usando el calendario juliano (de Julio César), a instancias del Papa Juan I (523-526), estableció lo que se llama el Anno Domini, para calcular la fecha de Pascua, y saber cuándo nació y murió el Cristo Jesús. La orden papal estaba dirigida más que nada a la Iglesia de Roma, el centro de lo que se conocía entonces como el cristianismo católico, apostólico y romano, u occidental. Lamentablemente Dionisio el Exiguo calculó mal como lo apunta y resume muy bien Wikipedia: “Es la tabla de Pascua de Dionisio el Exiguo en la que se determinó por vez primera la era llamada Anno Domini (antes se seguía la llamada Era diocleciana)…Dionisio el Exiguo no proveyó a nuestra era de un año cero. No es asombroso, porque en la Europa alto-medieval nadie conocía la cifra o el número cero. No obstante, la presencia de la palabra latina nulla en la tercera columna de su tabla de Pascua crea la impresión de que Dionisio el Exiguo conociera ese importante número. Pero no hay nada a partir de lo cual pudiera deducirse que su nulla fuese un cero verdadero (de todas formas, él no lo utilizó en sus cálculos). En Europa se debió esperar hasta el segundo milenio [a través de los árabes que lo supieron por los hindúes] antes de que se pudiera disponer del número cero…En el año 525, el Papa Juan I (papa a partir del 523 a 526) encargó a Dionisio el Exiguo, llamado así por ser pequeño de estatura, establecer como año primero de la era cristiana, el del nacimiento de Jesús. El problema es que se equivocó en unos 4 ó 5 años al datar el reinado de Herodes I el Grande, por lo que dedujo que Jesús nació el año 753 a.u.c. desde la fundación de Roma, cuando debió suceder hacia el 748 a.u.c.”


Por otra parte, en la entrada en Wikipedia sobre la Estrella de Belén aparece una explicación adicional: “El monje Dionisio el Exiguo (astrónomo, abad escita de un monasterio romano, encargado de establecer el nacimiento de Jesús) cometió dos errores importantes al calcular el calendario cristiano en el siglo VI (sic). Para determinar el año del nacimiento de Cristo tomó en cuenta los reinados de los emperadores romanos, pero olvidó que César Augusto había mandado cuatro años con el nombre de Octavio y también omitió el año cero…Ese margen de error sitúa el nacimiento de Jesús cinco años antes de lo que normalmente se cree. Otros dos datos aportados por los Evangelios son útiles para buscar la fecha aproximada del acontecimiento venerado por los cristianos. El censo que obligó a José y María a pedir posada en Belén podría ser el que César Augusto ordenó entre los años 8 y 6 a. de C. Adicionalmente, según las escrituras, aún vivía el rey Herodes, que murió en el año 4 a. de C. Por supuesto, la Natividad tampoco ocurrió en diciembre. Lucas el Evangelista comenta que los pastores vigilaban sus rebaños en las montañas, pero en Belén diciembre es un mes duro en el cual las ovejas habrían estado bajo techo y no pastando fuera. Ese dato sugiere que el nacimiento de Jesús se produjo entre marzo y abril del año 6 a. de C…Pero en el Evangelio de Lucas se dice que el ángel Gabriel se aparece a Zacarías, padre de Juan el Bautista, cuando él ministraba en el templo. Teniendo en cuenta esto, se obtiene el dato de que, como era de la orden de Abías, ministraba el incienso la penúltima semana de mayo, y Juan le llevaba a Jesús seis meses de edad. Entonces, Jesús debe de haber nacido para la fiesta de los Tabernáculos, el mes de septiembre del año 7 ó 6 a. de C.”


Igualmente, hay una serie de datos astronómicos muy importantes y notorios que sucedieron en el año 7 a. de C. y en el año 6 a. de C. Hubo tres conjunciones entre Júpiter-Saturno en el 7 a. de C. Esta conjunción ha sido muy tomada en cuenta desde la remota Antiguedad. En la fecha que nos concierne ambos planetas estaban en la constelación de Piscis. Y luego en el 6 a. de C. sucedió una ocultación de Júpiter por la Luna en Aries. Han habido muchos astrónomos, astrólogos y esoteristas en general que han estudiado estos años –de 8 a 6 a. de C.- y aunque el resultado o veredicto final no es unánime lo cierto es que, sin lugar a dudas, puede decirse que el cristianismo, como se conoce ahora, con todas sus ramificaciones y escisiones, comenzó a manifestarse y definirse en ese entonces, a raíz de estos eventos celestiales distintos y complementarios, diría yo, y los héroes rebeldes, proféticos y visionarios que emanaron de estos encuentros y desencuentros celestes eran íconos, materializaciones, producto de sus rayos, energías, emisiones, choques y descargas. A estas alturas es difícil establecer cuán míticos y/o históricos fueron Jesús y Juan, cuán reales o irreales fueron, cuánto hubo de verdad objetiva o subjetiva en sus existencias, porque sobre Jesús no se ha encontrada nada escrito o reportado hasta la fecha, ni un testimonio histórico fidedigno, nada en los anales romanos, hebreos, griegos, nada espectacular, que atestiguen que él en verdad era un tipo de carne y hueso que se enfrentó pública y religiosamente al Sistema. Sobre todo de parte de Flavio Josefo que es ya decir mucho. Lo que se sabe hoy día es trivial, indirecto, soslayado, subjetivo y discriminatorio, o entonces tan privado y reservado, accesible sólo a unos pocos elegidos e iniciados, que da a entender que Jesús no era enteramente material sino más bien una pieza de documentación alegórica que de vez en cuando toma un envoltorio carnal, físico, sexual.

La Anunciación. Fra Giovanni Angelico da Fiesole (1390-1455). Museo del Prado. Madrid.


Parte 1. Esta entrada continúa mañana.