viernes, 20 de febrero de 2009

Las Águilas Reales tras el Astral. El Puro Sang Raal o Santo Grial

Vitruvio leonardino eterno volador. Obra del Autor, Caracas. 2004/2009.

Las Águilas Reales son criaturas arquetípicas, símbolos de lo más noble y evolucionado no sólo para el ser humano terrícola sino a escala universal. Son un símbolo-espíritu-tótem venido del Cielo, el Más Allá, la Mónada, el Fiat Lux, para que recordemos y sepamos porqué constituyen nuestros primigenios orígenes sidéreos y para que en momentos de tristeza, dolor, depresión y soledad podamos resarcirnos, remontarnos, alzar vuelo y liberarnos de los fardos que nos pesan, enturbian, minimizan, descorazonan, aplastan y cortan nuestro vuelo y surco espirituales. Luego está el arquetipo del Huevo Cósmico de la Vida Eterna. Esta imagen atávica ha sido parte de nuestro universo íntimo desde tiempos inmemoriales. Por algo pues desde chico me llamaron la atención las naves aéreas y las águilas y en general todas las criaturas aladas, nustras hermanas nuestras por supuesto, pues no había nada que me gustara y encantara más –hasta en mis sueños- que volar, nadar por los aires, surcar los cielos, cómo, cuándo y porqué me daba la gana. No soy un fanático ornitólogo pero debo decir que, si pudiera hacerlo algún día, quisiera tener en mi casa, granja, finca o ashram, miles de pájaros que pudieran compartir conmigo un hogar que los quisiera, cuidara, protegiera y admirara sin ambages ni recelos. No tengo preferencias aunque me gustan menos las aves carroñeras y exageradamente rapaces y agresivas. Respeto y valoro sus funciones ecológicas. Cuando las predadoras matan certeramente lo hacen por necesidad y jamás por puro placer y sadismo. Eso no se estila en las aves a menos que el humano las pervierta. Ciertos humanos muy crueles se empeñan en alterar el equilibrio ecológico y biodiverso. Pero me siento más afín con las avecillas enanas como los canarios, tucusos, mieleros, cristofués, turpiales, loros, guacamayas, tucanes, etc. En Venezuela está el águila harpía y sus primos, el gavilán y el cóndor. Hay razones muy profundas para que los humanos hayamos inventado –con la ayuda de los hermanos extraterrestres- el globo aerostático, el aeroplano, el parapente, el ultraligero, el helicóptero, el cohete, la nave espacial y, pronto, el ovni, la nave madre intergaláctica, et cétera. Es comprensible que la levitación, la teleportación y el ascenso místico nos conquisten: queremos volar y desligarnos de la gravedad y la densidad.

Nos convertimos en gigantes andróginos sidéreos (rubios blancos peludos y melenudos Huirakochas según algunos) aterrizando durante la Terciaria 26 millones de años atrás vestidos como pumas coronados a bordo de cóndores de aluminio titanio y galio (Alcohol. Hepatorenal. Artrinal. Florina. Biomatik. Vida. Chyawanprash. Miso. Spirulina. Vitaminas E/C).

El Gobierno Intersideral
por medio del Consejo Supremo de Ma ordenó que los androides taimaran a los Grandes Saurios que después convertimos en tótems pues somos naturistas instintivos intuitivos atemporales agradecidos.

Provenimos de El Ikaria.
Hablamos en Solex Mal que los terrícolas conocerán cuando todos los planetas mayores penetren pronto en la constelación de Acuario.

Somos los Guardianes de la Rosa Cruz Gamada Alada.
Descendemos de lagartos salamandras basiliscos y fénixes y nuestro ojo ciclópeo todo lo abarca todo lo incluye todo lo capta todo lo transforma.

La Herencia de Kalasasaya, El Peregrino Estelar, Ediciones Haoma, Caracas, 1987

Por lo tanto, como ya indiqué, este compañerismo que sentimos por los pájaros se debe asimismo a que en la herencia biológica, enclavada en nuestro Inconsciente Colectivo, que a nivel de la Prehistoria y sobre todo de la Protohistoria o Antehistoria pasa por unas interacciones genéticas con otras especies de vida bastante alejadas de lo que hoy somos mental, emocional y morfológicamente, el ave sigue aleteando en nuestro interior y su misma forma parte de nuestro IDEAL YO SOY. Hace años que el estudio de la Antropología, conjuntamente con el de la Arqueología, me fascinan y entusiasman. Si me remonto a los recuerdos más antiguos de mi Memoria-K aquí en la Tierra me veo cerca de los primeros ancestros de nuestras hermanas las aves y me topo con el Archaeopteryx y el Pterodactylus. En el diario que se volvió El Orgasmo de Dios, en las notas para el 30-6-1963, escribí lo que sentí cuando arribé a la edad de 26 millones de años en la Tierra (mucho después me remonté hasta los 37 y los 234 millones de años). O-LOA-KI-LEE. Así como habían en esas épocas remotas seres del espacio exterior también habían dinosaurios y criaturas aviadas, incluso dragones, hipogrifos y pegasos. Al separarse el continente americano del africano y la parte baja de la hoy Europa y las islas Canarias una inmensa variedad de flora y fauna quedó atrapada entre los Océanos Atlántico y Pacífico y hasta no hace mucho uno se podía topar con animales gigantes y hombres y mujeres de elevadísima estatura como le contaron al Almirante Cook cuando atravesó el Cabo de Hornos hacia las islas de Oceanía que sirvieron de puente a culturas precolombinas o amerindias y al revés. El primero en abrirme los ojos y referirse a los antiguos patagones gigantes fue Henry Miller, el brillante escritor norteamericano, una enciclopedia viviente, si hubo una. He aquí una curiosa descripción sobre los gigantes en la Patagonia:

“Antonio Pigafetta, cronista del viaje de Magallanes alrededor del mundo, narra el encuentro de la tripulación con unos indígenas que destacaban por su estatura en las proximidades de la Bahía de San Julián, en 1520. Estos indígenas, destacaban precisamente por alcanzar casi los dos metros de altura y las huellas que dejaban en el suelo llamaban la atención por llevar envueltos los pies en pieles haciendo que éstas apareciesen aún más grandes.”

……………….

“Muchos de estos testimonios han sido tomados como meras invenciones o en el mejor de los casos fruto de una simple ingenuidad por parte de los narradores. El caso de Antonio Pigafetta ha sido un clásico durante casi 500 años, nadie se planteaba seriamente la existencia de los gigantes patagones de los que habla en su libro. Hasta que en el otoño de 1962, en las proximidades de los picos conocidos como las Torres del Paine, en la estancia Cerro Guido (Chile), durante los trabajos agrícolas realizados en la zona por un indígena de nombre Hueichatureo Chicuy (de origen Huilliche), surgen de la tierra unos extraños restos que resultaron ser humanos y pertenecientes a un túmulo funerario familiar, cuya antigüedad fue datada en unos 500 años. Los restos de hombres de entre los 2,80 y los 3,20 metros han venido a poner fin a todas las dudas y recelos que este narrador contemporáneo de la conquista había suscitado. Hoy no hay duda alguna: los gigantes patagones existieron.”

Crédito: www.wikilearning.com/articulo/gigantes_esa_otra_humanidad-gigantes_en_america/19432-3

Saco a colación esto de los gigantes porque, al igual que los pájaros de hoy día y de historia reciente, pienso que los antiguos saurios o lagartos que por distintas mutaciones habidas a lo largo del planeta y causadas por violentísimos recomposiciones electromagnéticas, atmosféricas, meteóricas, nucleares, volcánicas, tectónicas, acuáticas, muchos dinosaurios vieron decrecer sus tamaños colosales y volverse prácticamente enanos en comparación y otros, como en América y el Caribe, quedaron atrapados y aislados, medio viviendo y desapareciendo paulatinamente. Los últimos en extinguise fueron los que quedaron en Sur América que sigue siendo a mi juicio el reservorio natural y básico de la Humanidad.

A lo largo de las Edades los pueblos de la Tierra de un modo espontáneo han confiado y atribuido a las criaturas voladoras, animales y suprahumanas, buena parte de los misterios de sus mundos internos, articulados mediante sueños, visiones, alucinaciones, apariciones, presentimientos, secretos, mensajes, objetos, números, sortilegios, desencarnados, esperanzas, ideas, mitos, fábulas, alegorías y expresiones muy sutilmente explicadas en clave, racional y/o mística, surgidas desde el Cáliz del Inconsciente Colectivo y proyectadas por el hemisferio derecho de su cerebro, más inclinado a ver las cosas de la vida de un modo global, circular, espiral, cíclico, simultáneo o sincrónico, magnético, imaginario e imaginativo, y directamente conectado a lo que los neurólogos llaman el sistema límbico, el sistema neuroendocrino y el sistema nervioso autónomo, y los filósofos metafísicos y los psicoanalistas, el seno vivo del alma, el inconsciente y el supraconsciente, vírgenes aún en la etapa de la niñez y todavía ágil y animado en los procesos creativos, artísticos y místicos, donde volar y navegar sin amarras es prácticamente un modus vivendi o modus operandi, un sine qua non. Incluso los locos pasan por estados de euforia, sobreexcitación, alucinación, histeria, tremenda fuerza mental e intuición relampagueante.

A nivel astrológico, el planeta Neptuno condiciona estos procesos de alejamiento, liviandad y ausencia de gravedad donde, en los casos más destacados y elevados, se alcanza la sublimación, lo etérico y ultracósmico, lo numínico y divino. A causa de ello, es muy difícil para un ser creativo, imaginativo y supersensible adaptarse y ser entendido por el común denominador de la gente que sigue muy apegada a cánones de vida tradicionales, puritanos, conservadores y materialistas que ellos ensalzan, veneran y adoran, a los cuales se someten por falta de coraje y carácter. Neptuno es muy fuerte en los horóscopos de todos aquellos que se escapan y huyen de la monotonía y la rutina porque ellos ven, oyen, palpan y presienten lo que tantos y tantas todavía ni siquiera perciben o están al tanto en su diario acontecer. Por eso, ser profeta en su tierra es difícil. Como el profeta ve más allá y se adelanta a su tiempo tiene que pasar mucho tiempo para que los demás lo alcancen y puedan compartir sus visiones, arrebatos, éxtasis y transportes místico-religiosos, que con el tiempo se vuelven más creíbles y comprensibles, ya que, entre otras razones, la envidia, los celos, la furia, rabia y maledicencia que causaron pasó a la Historia.

Todos los caminos del conocimiento conducen al elemento Aire que a mi juicio es el elemento ecuménico, existencial e impresionista por excelencia. Como el Aire está en todas partes, lo electrifica, tonifica, habita y alimenta todo, además de ser por esencia invisible, clave, esencial, necesario y útil bioquímicamente hablando. Su existencia variable, mutante y permeable es, fue y será el primer factor que la Divinidad tomó para idear y conformar nuestro mundo y cualquier otro puesto que el Aire es asimismo la causa y efecto original, la sustancia primigenia, primordial y esencial que constituye eso que llamamos Dios o Sois Dios, por cuanto el Aire, en cualquiera de sus naturalezas y caras tiene la característica de la mercurialidad al rojo vivo; es decir, si el oxígeno es el primero de los elementos en la tabla periódica de los elementos es porque Dios o Sois Dios es nada más y nada menos que el Viento, el Soplo, el Hálito, el Verbo, el Paso, la Acción y Reacción del Influjo Cósmico que lo mueve absolutamente todo. El corazón del Aire es el Éter, la Quintaesencia o Prâna que constituye el alma, el martillo forjador por así decir de todos los reinos herreros de la Naturaleza, el colágeno, la resina, la amalgama y la pega tan especial y espacial que comunica, aglomera, combina, coordina, traslada todos los factores de vida en el Universo, oxigenándolos, cohesionándolos, coagulándolos, cementándolos, mezclándolos unos con otros para formar un cuerpo único y múltiple, nervioso, universal, de vida, inquebrantable, indestructible, eterno, capaz de darlo todo a chorros, como magma, gas, helio. El Aire es una entelequia religiosa. Junta todos los pedazos de la Realidad y eso hace que sea precisamente un alma mater, una enciclopedia viviente y animada, una materia viva, brillante y blanca, algo azulada y violácea, deslumbrante como la explosión de mil supernovas o mil nebulosas planetarias. En resumen así es la materia titánica e invisible, el ser, la luz viva y nebulosa de la que está compuesta el aire y el numen de su corazón volátil, y lo que llamamos ascenso-vuelo-descenso, fácil, expresso y voluptuoso, hecho sin mucho esfuerzo, de un modo grácil y delicado, como cuando la danza de una bailarina nos extasía y refresca. Así es volar en paz, flotar sin rollos, sin joder a nadie, sin destruir nada sin razón, y eso lo saben y comentan los pilotos y copilotos y sus ayudantes de cabina, instrumentos y vuelo, y por supuesto los pasajeros (mientras no haya una turbulencia, un accidente imprevisto y desgraciado).

Las Águilas Reales son la corona, la joya de nuestros anhelos, aspiraciones, deseos, afanes, empeños, esperanzas más íntimas y sagradas, no para dominar, tiranizar, controlar, apabullar y atropellar o matar a los demás. No, esas águilas pseudoreales o pseudoimperiales pertenecen al espectro más bajo de la personalidad, de la brutal sanguinaria lucha intestinal entre los egos que puede conducir a la demencia y a la tumba por asfixia. Yo, más bien, me refiero a las águilas que luchan por los demás, que marcan pautas, alturas y metas elevadas a los demás, generalmente a quienes se sienten abatidos, lastimados, acomplejados y empobrecidos por sus handicaps (¡quién no adolece de uno al menos!) y por falta de guía, voluntad, autodominio, tenacidad, perseverancia, disciplina y fuerza interior se caen, achantan, o se regresan despavoridos y desesperados a sus inicios porque la sociedad no los estimuló y motivó suficientemente y los abandonó cual inútiles bolsas de basura. Esos pobres de espíritu son quienes más necesitan de águilas reales para que, en el momento oportuno, ellos también a su vez puedan liberarse de sus ataduras y volar, quizás muy alto, felices de saber que al fin se vencieron a sí mismos y pudieron recorrer países, comarcas, comer frutas deliciosas y sentirse bien, allá arriba, entre nubes, bañados por los rayos del sol porque, a fin de cuentas, el Gran Enemigo y la Gran Enemiga no están afuera sino adentro, en nuestro corazón y nuestra mente, enrollados cual anacondas en el intestino y el recto. Hay que respirar hondo, abrir las manos y extender los brazos, mirar hacia adelante, y lanzarse, querer llegar arriba y, si es posible, tocar las estrellas y la gente, claro, la Naturaleza entera, sin prejuicios. Vale la pena vivir y columpiarse en el aire. ¡Pruébenlo, las águilas reales nos esperan para que con ellas surquemos los aires y gozemos! Antes de dormir y comenzar a soñar imagínense que son águilas reales o que ellas los llevan en sus alas, y poco a poco verán que sus sueños más queridos, puros y genuinos se cumplirán en el momento justo, en la situación justa y de la manera más justa. La Divinidad siempre contesta –a su modo. Recuerden que cada diciembre San Nicolás nos visita y sus renos vuelan hasta donde están nuestros hogares y familias. Si son buenos, serán bienaventurados, tarde o temprano, porque la velocidad de Dios o Sois Dios es tal que lo que pueda parecer muy lento, a paso de morrocoy, pereza y gusanillo, pueda que sea de Mach 6.666. ¿Qué son esos presentes o regalos y premios? ¿Acaso no son las materializaciones o precipitaciones de algunos de nuestros anhelos, deseos y bienes más queridos que quisimos que el Cielo nos los diera y que quién sabe si no los pedimos en una encarnación pasada o por un ser amado anteriormente? Eso es. Porque en el fondo seguimos siendo niños y niñas tras bastidores, frágiles como palitos de madera, y no siempre nos exponemos virginal y abiertamente y osamos contactar a los ángeles y serafines que actúan como intermediarios entre el mundo material y el mundo espiritual o etéreo. Pero eso no significa que el infante en nosotros y la infanta en nosotras no se manifieste cuando ponemos la mente en reposo, nos concentramos sin ataduras y preconceptos, sin la malicia, soberbia y vanidad características de tantos adultos que tras cumplir los 7 años de edad ven sus coronillas o fontanellas cerrarse a veces para siempre porque dejaron de creer en el mundo feérico y fantástico de los milagros, prodigios, portentos, encantos, maravillas, asombros, majestades, grandezas, magnitudes y excelencias, o para ponerlo en palabras poéticas, en el Santo Grial, al que no solamente tienen acceso los iniciados y las iniciadas, los de escapulario guardado en secreto, sino igualmente los pajaritos cantantes y pintorescos que se extasían con el barullo de los ríos y radiantes amaneceres.

Por fortuna, el Santo Grial o Sang Raal representa el extracto más preciado de nuestra Chispa Divina que no puede degradarse o corromperse, no está sujeta a una línea genética en particular, no contiene un ADN y ARN que se mancilla, putea y vuelve impuro, vulgar, bastardo, infernal, horrible, inhumano, porque sencillamente no depende de un patrón humano e infrahumano, sino todo lo contrario: forma parte de una colección, una galería, una secuencia y una sucesión divina y fabulosa, predeterminada, ahistórica, completamente idealista y cósmica. En consecuencia, cada persona que nace en cualquier dimensión que sea tiene en su espíritu y su médula ósea o partícula elemental al menos una gota, un gramo, una pizca, una exhalación de ese pálpito original grialesco y santo por antonomasia que hace que sea, porque llegó finalmente a convertirse en humano con un Ser ligado a la Quintaesencia, en un Hijo o una Hija de la Divinidad, que lo creó a imagen y semejanza suya con miras a convertirse eventualmente en una parte activa del reino angélico y seráfico y quizás del numínico e hiperlumínico.

Sea docto o bobo este humano es una criatura que provino en un momento dado de algún punto en el espacio, del aire cósmico, o de un pájaro abstracto, descomunal y arquetípico de una hermosura y encanto difíciles de describir, que al convertirse gracias a la Evolución en un ser homínido, bípedo y racional con un alma revestido de más o menos carne, materia, espesura, lino, seda, maíz, arcilla, líquen, fruto, polen, hierba, flor y pezuñas de animal tiene el derecho y el deber de ser un instrumento, un apéndice, un archipiélago retumbante del Gran Todo y la Gran Nada. Esta oscilación multidimensional, dual, vital y vívida, es lo que lo hace semejante a las incontables gotas presentes en el Cáliz con vino tinto procedente del Santo Grial o la Sangre Real –san graal, san gréal, la Sang Raal, en occitano- que hace que su existencia tenga valor a los ojos de su Formador Andrógino sin edad ni medida que lo ama por encima de todas las cosas, exclusiva y absolutamente. Así es cómo se ordeña en los campos vitícolas del Señor y cómo luce el enigmático panteísta YO SOY UNA CRUZ GAMADA UNIVERSAL que destella un humano terrícola y espacial a la vez que en verdad no muere o se interrumpe jamás: un ser planetario en expansión o contracción, según se mida, y en perspectiva fractal que proviene de algo gigantesco, descomunal, colosal, fantástico y fabuloso, presente en su árbol genético, constituido por explosiones estelares, nebulosas planetarias, novas y cúmulos, francamente inolvidables como las que enumero a continuación y que nos hacen pensar que el ser humano no tiene límites y, si se empecina en fijarse límites, barreras, campos de concentración, fronteras, ghettos, cárceles y cadenas es porque enloqueció, perdió la brújula, se fumó una lumpia y merece que lo atienda un buen psiquiatra reichiano. Así de simple, en un dos por tres. Quienes quieran comprobar lo que he expuesto acá los remito a las asombrosas imágenes fotográficas publicadas por la NASA de la nebulosa planetaria Ojo de Gato o NGC 6543, en Draco; del Ojo que Parpadea o NGC 6826, en Cygnus; del Anillo o M57, en Lyra; y del Espirógrafo o IC 418, en Lepus. Cuando se ven imágenes como éstas hay que acordar que somos unas exquisitas e inolvidables creaciones de Dios que volamos a velocidades simbólicas Mach 6.666 y que debemos agradecer de todo corazón so pena de caer en un manicomio o asilo.

Kolibrí Añankay. Obra del Autor. Caracas. 2009.


Caracas, 17-19 de febrero del 2009, días de estrellas, nebulosas planetarias, supernovas y galaxias en la mano que decidió alzarse y atraparlas para llevarlas a su nido de amor y corazón ambarino y comulgar con ellas.

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